Este 18 de mayo celebramos 20 años de la declaratoria como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” al Carnaval de Oruro, un hecho que tiene sus raíces en lo ancestral de nuestras culturas antiguas y que en el devenir del tiempo con el coloniaje adquiere una característica muy particular de mezclarse lo ancestral y la fe católica, desembocando en la peregrinación de la Entrada del Sábado en Devoción a la Virgen del Socavón.
Para refrendar la importancia de ser Patrimonio nos remitimos a las conclusiones del “X Encuentro para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Países Iberoamericanos” en noviembre de 2009, efectuado en Lima (Perú), donde participó Fernando Cajías en representación de Bolivia como conferencista.
El eje temático era el de “Relaciones sociales e identidad urbano-mestizas de la región andina de Bolivia”, con algunas imprecisiones sobre el Carnaval de Oruro y en un buen porcentaje de su participación habla de la Fiesta del Gran Poder de La Paz, valorable manifestación folklórica y cultural de nuestro país.
Pero si interpretamos literalmente el motivo del encuentro que habla de patrimonios inmateriales; sin desmerecer su calidad profesional y participación, pero pensamos que la promoción y difusión se lo debe hacer con representantes totalmente involucrados en el Carnaval de Oruro, cuando se convoque a tratar estos temas, sin menoscabar a investigadores y estudiosos relacionados con dichos temas.
Entre las conclusiones, vale analizar e interpretar lo siguiente: Que la patrimonialización de hechos culturales como el nuestro no es de ninguna manera un hecho casual o a simple petición de alguna persona o institución, por eso en uno de sus acápites dice:
“Coincidieron en una serie de elementos festivos y rituales relacionados con la iniciación o el cierre de ciclos, que de alguna manera comparten un mismo esquema: alborada, encuentro, desarrollo, despedida, desde donde se desprenden las primeras preguntas: ¿Qué es entonces lo que se quiere patrimonializar? ¿Qué es lo que se recupera de una fiesta que trasciende las fronteras? ¿A quién le pertenece el ritual? ¿Cuál es en definitiva la comunidad propietaria de dicho bien inmaterial?”.
Al respecto de esta discusión se señaló una serie de ingenuidades en las que pueden incurrir los diferentes actores involucrados en el proceso de patrimonializar las fiestas: en primer lugar, están los comerciantes, tal vez son los que con menos ingenuidad se presentan en este escenario, pues tienen claro que en una fiesta hay rentabilidad.
Los Estados, por su parte, no son neutrales, tienen gobiernos partidistas detrás y ejercen relaciones de poder en el proceso de seleccionar lo patrimonializable.
Los investigadores pueden engañarse poniendo una carga de romanticismo en el hecho de pensar que todo bien cultural en sí mismo es posible de patrimonializar. La Unesco igual podría pecar de ingenua si piensa que “declarar” significa proteger, como si el bien cultural se pudiera paralizar.
Y, finalmente las comunidades pueden engañarse creyendo que obtienen protección cuando se patrimonializan, definitivamente la patrimonialización no es lineal, es dinámica, reviste conflicto y requiere atención. No es posible quedarse sólo en el formalismo jurídico, otras cosas de fondo cobran relevancia”.
Por otra parte, también nos referiremos a La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que al margen de otras consideraciones y obligaciones de los Estados signatarios en su parte introductoria a cargo de Fernando Brugman (Coordinador del Programa de Cultura de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco) indica que:
“Los Estados podrían adoptar una política general destinada a promover el patrimonio cultural inmaterial e integrar sus medidas de salvaguardia en programas de planificación o, designar a órganos competentes en la esfera del patrimonio cultural inmaterial y fomentar la realización de estudios científicos, técnicos y artísticos”.
Otro aspecto que nos parece importante es cuando se habla de los inventarios y los derechos colectivos que a la letra dice: “Para mantenerse en vida, el patrimonio cultural inmaterial debe ser pertinente para su comunidad, recrearse continuamente y transmitirse de una generación a la siguiente. Se corre el riesgo de que ciertos elementos del patrimonio cultural inmaterial mueran o desaparezcan, pero salvaguardar no significa fijar o congelar este patrimonio en alguna forma pura o esencial”.
Salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial implica transferir conocimiento, técnicas y significado.
La Convención hace hincapié en la transmisión o comunicación del patrimonio de generación en generación, no en la producción de manifestaciones concretas como danzas, canciones, instrumentos musicales o artículos de artesanía.
“Así pues, en gran medida toda acción de salvaguardia consistirá en reforzar las diversas y variadas circunstancias, materiales o inmateriales, que son necesarias para la continua evolución e interpretación del patrimonio cultural inmaterial, así como para su transmisión a las generaciones futuras”.
Además, hace conocer que “en 2006 se crea el Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de América Latina (Crespial), que es el primer centro de categoría 2 cuyo objetivo es contribuir a la ejecución del programa de patrimonio inmaterial. El Crespial tiene su sede en la ciudad de Cusco (Perú)”.
Y el 20 de abril de 2006, con la entrada en vigor de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, se abrió una nueva etapa en la historia de la acción de la Unesco para la preservación del patrimonio cultural inmaterial, y por ende para la protección de la diversidad cultural y la creatividad humana”.
Por todas estas consideraciones, y seguramente que hay otras, se puede asegurar que adquiere mayor valor el título alcanzado por el Carnaval de Oruro de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, que trascenderá en el tiempo y la fama que alcanzó.
Quedará intacta a despecho de algunos que se dieron a la tarea de defenestrarla y no solo es nuestro Carnaval con el título de Obra Maestra.
Estamos seguros que todos los bolivianos estamos orgullosos de la diversidad de expresiones culturales que existen en nuestro país y una de ellas es el Carnaval de Oruro, solo parangonado con otros carnavales famosos como el de Venecia (Italia), Río de Janeiro (Brasil).
Pero todo esto no sería realidad, sin el concurso de todos los conjuntos folklóricos, artesanos, músicos y personajes que hicieron posible la declaratoria de Patrimonio de nuestro gran Carnaval de Oruro en honor de la Virgen del Socavón.