Desolación total existe en una gran extensión del lago Uru Uru, no hay vida, ni flora y menos fauna, principalmente en el sector denominado Cuadrilla, en proximidades del Rancho Quitaya, a unos tres kilómetros al Sur de la ciudad de Oruro.
Lo que hasta hace más de un año era un lago cuyo espejo de agua tenía una superficie total de 214 kilómetros cuadrados, pues en la actualidad aquella situación se reduce a su mínima expresión.
Un claro ejemplo es lo que ocurre en el sector de Cuadrilla, allí había cooperativas pesqueras que ingresaban al lago en sus botes para pescar y vivir de esa actividad. Los pejerreyes y los carachis eran las especies comunes de peces que habitaban la zona, además de patos silvestres que depositaban sus huevos en los sectores de los altos totorales, hoy es solo historia.
Aquel lugar, donde el agua tenía casi un metro de profundidad, ahora solo es lodo y tierra seca.
Uno de los comunarios de la zona, quien pidió no ser identificado, dijo que cuando era más joven, cada 23 de marzo se hacían concursos en el lago, y se premiaba al pescador que lograba atrapar el pescado más grande.
Asimismo, en la zona está la denominada Cabaña, que hace unos años se pensaba utilizar como un sitio turístico, para que la ciudadanía no solo pasee a bordo de los botes por el lago, sino que deguste el pejerrey del lugar, ahora todo ello, es solo una quimera.
El lago está seco no solo en esa zona sino en la parte que bordea Quitaya, en cuyo seno se encuentra una capilla, en la que está entronizado Santiago, patrono de los militares.
Todo ese sector que tenía un espejo de agua, que hacía ver imponente al lago Uru Uru, hoy solo es un recuerdo. No hay agua, no hay vegetación como era la totora y cuya envergadura alcanzaba casi hasta los dos metros de altura y menos hay peces en el lago.
Por otro lado, al sector Este después de pasar la vía, el panorama es grotesco, si bien no es el lago como tal, se formó una “alfombra gigantesca” de botellas pet y con los años se reunió basura de todo tipo.
Asimismo, existe una especie de “cementerio clandestino” de canes, cuyos cuerpos sin vida están semienterrados y en otros casos son solo osamenta, panorama que vuelve terrorífico el lugar.
Cuando hay viento por la zona, el mal olor de las piscinas de la planta de aguas servidas, que está a menos de un kilómetro de las rieles del tren, invaden todo ese sector, afectando la salud de los pocos habitantes que bordea la zona del lago Uru Uru.
La periodista Pamela Aranibar compartió con nuestro medio una fotografía que ella se sacó hace unos cinco años aproximadamente, cuando el agua convertía en vida al sector, que LA PATRIA Digital visitó el mismo sitio el domingo, pero solo encontró el sello de muerte del lago Uru-Uru.
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