Han pasado cinco meses desde que la psicóloga clínica Lucy Gahan se contagió con Covid-19 y su vida aún no ha vuelto a la normalidad, por el momento no ha podido regresar al trabajo.
El virus causa lo que ella llama “tormentas”, ciclos incapacitantes en los que siente dificultad para respirar, entumecimiento en sus manos y pies y su frecuencia cardíaca se dispara con tareas simples. Incluso tomar una ducha solo es posible durante un respiro ocasional de los síntomas.
“En mayo y junio, apenas podía hablar porque estaba muy enferma», dijo Gahan a CNN.
Antes de contraer la enfermedad a principios de abril, la madre de dos niños corría tres veces por semana y tenía una rutina de yoga regular.
“Sólo puedo caminar hasta la esquina. En términos de correr, no puedo imaginar cuándo sucederá, si es que ocurrirá”, afirmó Gahan.
Ella es una de las miles de personas en todo el mundo para quienes el Covid-19 se ha convertido en una enfermedad crónica. Gahan y otros “largos portadores” de coronavirus sienten que aún no reciben reconocimiento por una enfermedad que los ha incapacitado durante meses, sin un final a la vista.
“Soy psicóloga clínica y esto no es ansiedad. Si los médicos simplemente dicen ‘No sabemos’, es mejor que decir que los síntomas del Covid solo duran dos semanas”, advirtió Gahan.
Aproximadamente tres cuartas partes de los hospitalizados por Covid-19 podrían convertirse en “largos portadores”, según un documento de medRxiv del 14 de agosto sin haber sido examinado por expertos externos ni aceptado para su publicación.
Investigadores de la Unidad Respiratoria Académica de North Bristol NHS Trust en Reino Unido analizaron a 110 pacientes con Covid-19, cuyas enfermedades requirieron estadías en el hospital durante una media de cinco días entre el 30 de marzo y el 3 de junio.
Doce semanas después que los pacientes fueran dados de alta del hospital, el 74% de ellos informaron síntomas, como disnea (dificultad para respirar) y fatiga excesiva.