Los habitantes de la comunidad Cuevas, en Samaipata, Santa Cruz, enfrentan noches de incertidumbre cada vez que llueve. Esto se debe a un ducto de gas que atraviesa su zona y que sufrió daños significativos tras una fuerte riada a finales de noviembre.
A pesar de que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) acudió al lugar y “colgó” nuevamente el tubo, los vecinos alertan que esta solución es solo un parche peligroso que podría resultar en una tragedia si el río vuelve a crecer.
La altura del ducto
El principal peligro radica en la distancia entre el tubo y el suelo. Antes de que el río se desbordara, el ducto de gas estaba a una altura segura de 5 metros, aproximadamente la altura de una casa de dos pisos. Sin embargo, tras la reparación de emergencia, los técnicos de YPFB dejaron el tubo colgado a solo 2 metros de altura.
Esto implica que, con cualquier lluvia fuerte, el agua y las piedras arrastradas por el río impactarán directamente en la tubería. Los vecinos advierten que el gas que transporta este ducto no solo es inflamable, sino también tóxico. Una ruptura cerca de las casas podría desencadenar una explosión masiva con solo una chispa.
Estado de miedo y zozobra
La comunidad ha enviado una carta formal a YPFB, expresando que viven en un estado de “miedo y zozobra”. Aseguran que no se oponen a la infraestructura, pero exigen que se realice un trabajo de ingeniería serio.
La presidente de la zona, Abigail Rivera, enfatiza que simplemente “volver a colgar el tubo” no es una solución definitiva, ya que no ofrece ninguna protección contra la fuerza de la naturaleza, que ya ha demostrado ser capaz de romper el metal.
Demandas de la comunidad
Los pobladores de Cuevas han planteado cuatro puntos urgentes para evitar un desastre. Primero, quieren que la tubería regrese a su altura original de 5 metros o que sea reubicada lejos del cauce del río.
En segundo lugar, piden que se construyan defensivos de piedra o cemento para evitar que el río siga erosionando las orillas donde se apoya el ducto. Tercero, solicitan que los ingenieros de YPFB visiten la comunidad y les expliquen cara a cara por qué el tubo quedó tan bajo y qué garantías existen de que no se romperá.
Finalmente, exigen un sistema de comunicación rápido que les avise cuando el río esté creciendo, para que las familias tengan tiempo de reaccionar adecuadamente.
Esperanza de respuesta
Por ahora, la carta ya está en manos de YPFB, pero la respuesta aún no llega. Los vecinos insisten en que esta es una alerta preventiva: están avisando del peligro antes de que ocurra un accidente.
Con la temporada de lluvias comenzando, la comunidad de Cuevas espera que la estatal petrolera actúe con responsabilidad y no espere a que una nueva riada convierta el riesgo en una noticia de luto nacional.
