El expresidente de Bolivia, Evo Morales, ha expresado su preocupación por la decisión del Gobierno de Luis Arce de poner a militares a controlar la venta de combustibles en estaciones de servicio. Morales califica esta medida como el «inicio de la militarización» del país y advierte que no resolverá los problemas económicos y sociales que enfrenta Bolivia.
Morales hizo estas declaraciones en su programa dominical en la radio cocalera Kawsachun Coca. Según él, la presencia militar en las estaciones de servicio no es adecuada y podría generar tensiones innecesarias en un momento ya complicado para el país.
Protestas reflejan el malestar generalizado en la población
El expresidente también destacó que las recientes protestas por la escasez de dólares, combustibles y el aumento de precios son reflejo del malestar generalizado en la población. Estas medidas adoptadas por el Gobierno han generado un clima de incertidumbre y tensión en Bolivia, con diversos sectores manifestando su descontento y exigiendo soluciones concretas a los problemas económicos que afectan al país.
En medio de estas tensiones, el Presidente Arce ha atribuido los problemas económicos a la especulación y a intereses políticos personales sin identificar claramente a los responsables. Algunos ministros han acusado a sectores opositores y a la Embajada de Estados Unidos de promover un supuesto golpe de Estado contra el Gobierno actual.
Polarización política en un contexto delicado
Las acusaciones cruzadas entre autoridades y opositores han profundizado la polarización política en Bolivia. La falta de consenso y las medidas adoptadas por el Gobierno han generado un clima de incertidumbre y tensión en el país andino.
En resumen, Evo Morales critica la decisión del Gobierno de poner a militares a controlar la venta de combustibles en estaciones de servicio, calificándola como el «inicio de la militarización» del país. Morales advierte que esta medida no resolverá los problemas económicos y sociales que enfrenta Bolivia. Las protestas recientes reflejan el malestar generalizado en la población, mientras que las acusaciones cruzadas entre autoridades y opositores han profundizado la polarización política en un contexto ya delicado para la nación andina.