Si de alguien jamás se esperaría un ataque extraño de entrenador y menos con nueve puntos de ventaja sobre el segundo, ése sería Carlo Ancelotti. El día en que quizá lo más razonable era cubrir la baja de Benzema tocando lo menos posible, el transalpino hizo todo lo contrario.
Un movimiento extraño con Modric haciendo de falso nueve cuando estaban también Jovic y Mariano como posibilidad estándar con cero riesgo y Asensio e Isco como alternativas con las que ya había coqueteado. Bale no estaba en mente ni en cuerpo. Pero el elegido fue Luka. Una presión alta frente a Eric y Piqué iniciada por un jugador de 36 años en las piernas y que además es uno de los dos constructores oficiales del juego del equipo blanco. Qué podría salir mal.
En otro inesperado giro de los acontecimientos, y con 0-2, el inmovilista Carletto decidió probar una defensa de tres al inicio de la segunda parte, algo nunca desplegado por este Real Madrid 2021-22 ante fuego real y que recuerda extrañeces como aquel dibujo con Camavinga de lateral izquierdo en el 1-2 ante el Sheriff. «Quise intentar uno contra uno atrás para apretar en los medios», explicó anoche Ancelotti. Una decisión cuanto menos controvertida contra dos de los futbolistas más veloces del planeta: Dembélé y Aubameyang. Flechas secundadas por Ferran que en sólo cuatro minutos y 58 segundos descosieron al Madrid con dos goles más. Clásico finito.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Ancelotti se vistió de nazareno ante los medios pero tampoco tenía otra. Un 0-4 con cuatro paradas de gol de Courtois tampoco dejan lugar más que para casi agradecer que el daño no fuera mayor. Especialmente porque a la ensalada le faltaba aún otro golpe de mano del técnico italiano con la vuelta a una defensa de cuatro y Casemiro por momentos de central. El desbarajuste final. «No hagamos drama», le dijo Ancelotti pese a todo al vestuario, pero Courtois dejó traslucir la decepción de la tropa al ser preguntado por el planteamiento: «De la táctica tenemos que hablar internamente, no funcionó nada, ni lo del principio ni lo que se cambió después».
