La falta de precipitaciones pluviales reduce la cota del lago Titicaca y en las comunidades de sus costas ocasiona una sequía donde las vertientes, ríos y pozos se quedaron sin agua, así como el cultivo agrícola y el ganado vacuno está en riesgo, según los habitantes.
«Las lluvias no llegan, los cultivos se están secando y son los propios habitantes los que se están quedando sin agua para tomar», afirmó el artesano y músico de la comunidad Cumana del cantón Cascachi de la provincia Los Andes del departamento de La Paz, Alberto Mamani.
El poblador realizó un recorrido por el lugar y alertó que la siembra de haba se ha secado, y que los cultivos de los que sembraron antes, «pueden perderse sin las lluvias».
La disminución del recurso ácueo en el lago menor o Wiñay Marka del Titicaca es posible medirla en el puente prehispánico de Cumaná-Belén Yayes que, con unos 500 metros de extensión y cerca de dos metros de altitud, atraviesa por un sector del lago, donde actualmente el agua se ha escurrido.
En las grandes extensiones que eran parte del lago, ahora es posible observar el limo convertido en terreno seco, fangoso y maloliente, mientras que los totorales se secaron.
El terreno se resquebraja y es posible identificar que antes de la sequía, el lugar estaba cubierto de agua del lago.
La escasez de lluvia también ocasiona la disminución del nivel de agua. Los comunarios en varios sectores de la región lacustre creen que las cenizas y el humo producido por las cremaciones de los fallecidos por la enfermedad de Covid que originó una pandemia, «es la causa que se retrasen las lluvias».
El comunario Juan Carlos Chambilla de la población de Marka Kosco, ubicada a unos tres kilómetros de Copacabana en el lago mayor o Chucuito del Titicaca, mencionó que existe la creencia entre algunos pobladores que, «las cenizas que se expandieron por las cremaciones, ahuyentaron las lluvias».
El poblador consideró que la escasez de las precipitaciones podría originar también que no exista una buena cosecha de producción agrícola para el año desproveyendo a las ciudades.
«Lo lamentable es que por la falta de agua tampoco hay comida ni qué pueda beber el ganado», añadió.
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