El papa León XIV encabezó hoy la bendición de las figuritas del Niño Jesús en la plaza de San Pedro. Miles de fieles se reunieron para participar en esta tradición navideña. La celebración se llevó a cabo en un ambiente festivo, que estuvo marcado por actividades catequéticas y juegos organizados por el Centro de Oratorios Romanos.
Desde la ventana del Palacio Apostólico, tras el rezo del Ángelus, León XIV se dirigió especialmente a los más jóvenes. Estos sostenían figuras de pesebre de todos los tamaños. “Queridos jóvenes, delante del pesebre, recen a Jesús también por las intenciones del papa”, solicitó el líder de la Iglesia católica. Agradeció la presencia de las familias y el entusiasmo de los grupos parroquiales.
Actividades previas a la celebración
La jornada comenzó desde temprano con juegos y actividades catequéticas que animaron la espera del pontífice. Esta tradición, que nació en la década de 1980, tuvo un significado especial este año. Es la primera vez que León XIV participa en ella como sucesor de Pedro.
Reflexiones sobre el Jubileo
La celebración de este 21 de diciembre de 2025 coincide con las últimas semanas del Jubileo de la Esperanza. Durante el fin de semana, el papa reflexionó sobre el legado de este Año Santo, que fue iniciado por su predecesor, el papa Francisco. En la audiencia del sábado, que marcó el fin de los encuentros jubilares sabatinos, León XIV definió la esperanza como la verdadera fuerza que se opone a la violencia.
El pontífice afirmó: “La esperanza es una virtud teologal que genera, no mata. Lo que amenaza y mata no es fuerza: es prepotencia, es miedo agresivo, es maldad que no genera nada”.
Peregrinos de esperanza
León XIV insistió en que, aunque el Jubileo esté llegando a su fin formal, los católicos deben seguir siendo “peregrinos de esperanza”. Al concluir su mensaje, envió un saludo especial a los peregrinos de lengua inglesa y se despidió deseando a todos los presentes una “santa y serena Navidad”.
Compromiso con la paz global
Con este gesto, el Vaticano se encamina hacia los ritos finales del año litúrgico. Se pone énfasis en la vulnerabilidad de la infancia en contextos de conflicto y se reafirma el compromiso de la Santa Sede con la paz global.













