En un país marcado por transformaciones urbanas aceleradas y una modernización que muchas veces olvida sus raíces, Boris Medina fue una voz firme, técnica y comprometida con la defensa del patrimonio arquitectónico y cultural de Oruro.
Arquitecto, docente, consultor e investigador, Medina representa a una generación de profesionales que entendieron que el valor de una ciudad no solo está en sus obras nuevas, sino también en las huellas de su historia.







AMOR POR ORURO
Alejandro Boris Medina Campuzano nació en la ciudad de Oruro, cursó toda su formación escolar en el Colegio La Salle.
Inició la carrera de Arquitectura en Cochabamba, pero un golpe de Estado lo obligó a regresar y concluir sus estudios en su ciudad natal. Desde entonces, su vida profesional, académica y personal estuvo íntimamente ligada a Oruro. “Aquí me siento bien”, afirmó.
Con un magíster en Planificación Urbana y becas de especialización en Israel, Colombia y España, Medina consolidó un perfil técnico que siempre combinó con una mirada crítica sobre las políticas públicas en torno al patrimonio y el desarrollo urbano.











VOZ ACTIVA POR EL PATRIMONIO
Medina es considerado una de las voces más importantes en la protección del patrimonio arquitectónico de Oruro. Fue presidente del Colegio de Arquitectos, integrante del Consejo Departamental de Cultura y miembro activo de la Sociedad del Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Cultural (Sephac), desde donde impulsó la catalogación y valorización de inmuebles patrimoniales.
En 2024 denunció públicamente la colocación de cuadros en la fachada de la Gobernación de Oruro, una intervención que consideró una violación a la Ley Municipal 041 y a la Ley Nacional del Patrimonio. “Muchos dueños no saben que su casa es un tesoro”, advirtió. También propuso la expropiación y restauración del edificio de Correos, con el objetivo de convertirlo en un centro de investigación histórica y cultural.
Este año, en el marco del Bicentenario, fue invitado a redactar el capítulo de Oruro para el libro nacional sobre ciudades patrimoniales. “Me pidieron escribir sobre Oruro y acepté con gusto. Es una oportunidad para mostrar al país que aquí también hay riqueza arquitectónica e identidad”, comenta.
PLANIFICACIÓN CON IDENTIDAD
Para Medina, la clave del desarrollo está en el equilibrio. Defendió en múltiples espacios la necesidad de un verdadero Plan de Ordenamiento Territorial, que permita que Oruro se proyecte como una ciudad del siglo XXI, pero sin perder su memoria urbana.
Como docente universitario en la Universidad Técnica de Oruro y Univalle La Paz, compartió esta visión con generaciones de estudiantes, a quienes no solo les enseñó arquitectura, sino también sensibilidad y conciencia cívica.









COMPROMISO CON EL PAÍS
Medina también incursionó en la política como asambleísta constituyente entre 2006 y 2007. A lo largo de los años, mantuvo un perfil independiente y se caracterizó por un discurso crítico frente a la gestión pública y las decisiones que afectan la planificación urbana.
Desde hace dos décadas, contribuyó con propuestas para un desarrollo urbano sostenible en Oruro, presentando iniciativas a diferentes autoridades municipales de turno.
De cara al Bicentenario y en una época electoral, Medina recomienda a la juventud ser independientes, fieles a sus ideales y no dejarse influenciar: “La juventud es el presente del país. Ya no son el futuro, porque hoy son quienes están tomando decisiones, quienes tienen la capacidad técnica, intelectual y tecnológica para cambiar la historia”.
Cree que la clave está en la orientación, en formar ciudadanos cultos, libres y capaces de construir un nuevo país desde la educación y el compromiso. Señala que “La felicidad nace en la familia, no en el dinero. Y el cambio del país empieza en casa, con valores y ejemplos”.











AL BICENTENARIO
Con más de tres décadas de trayectoria, una esposa y un hijo, Medina sembró conciencia sobre la importancia de preservar la herencia urbana. En una Bolivia que celebra 200 años de vida independiente, su voz representa a quienes no se resignan a ver desaparecer la historia entre el cemento sin alma.
Su mensaje es “Que este 6 de agosto marque el reinicio hacia una mejor calidad de vida, bienestar y equidad para todos los bolivianos. Oruro puede volver a ser la capital del desarrollo si recuperamos su grandeza”.
