Este 25 de junio, se llevan a cabo protestas en diversas ciudades del mundo en contra de las corridas de toros, en el contexto del Día Mundial Antitaurino. Activistas, artistas y legisladores se han unido a estas movilizaciones y campañas para hacer visible el sufrimiento animal que está asociado a esta práctica, que sigue siendo legal en varios países.
El Día Mundial Antitaurino tiene como objetivo generar conciencia sobre el sufrimiento que implica el espectáculo taurino. En muchos países, especialmente en España, México, Colombia, Francia y Perú, la tauromaquia sigue siendo legal y, en algunos casos, incluso recibe subvenciones con fondos públicos. Recientes encuestas indican un descenso sostenido en el apoyo social hacia esta actividad, especialmente entre los sectores más jóvenes.
Esfuerzos legislativos
Paralelamente, juristas y legisladores han intensificado sus esfuerzos para lograr cambios normativos. En España, varias comunidades autónomas han prohibido o limitado las corridas de toros. En América Latina, algunas regiones están avanzando hacia legislaciones que ofrecen una protección animal más estricta. El arte y la cultura también se han sumado a este reclamo: muralistas, escritores y cineastas utilizan su trabajo para visibilizar la violencia que encierra el ruedo.
Acciones de organizaciones
Las organizaciones que defienden los derechos de los animales consideran que este tipo de acciones son fundamentales para acelerar el fin de la tauromaquia. Aunque el debate cultural sigue abierto, el Día Mundial Antitaurino pone de manifiesto que la tolerancia social hacia estos espectáculos está en retroceso.
Historia del Día Mundial Antitaurino
El Día Mundial Antitaurino se celebra cada 25 de junio como un llamado internacional para terminar con la tauromaquia. Esta iniciativa surgió en 2005, gracias a la colaboración de organizaciones animalistas de Europa y América Latina. Su objetivo es eliminar cualquier forma de espectáculo en el que se hiera, torture o mate a un animal por diversión.
El sufrimiento del toro
Durante una lidia, que dura en promedio 20 minutos, el toro atraviesa tres etapas de sufrimiento. Primero, se le clava una lanza en la espalda; luego, se le incrustan 6 arpones que desgarran músculo y piel. Finalmente, se le atraviesa con una espada que puede fallar, lo que obliga a aplicar el “descabello”, un proceso que puede dejar al animal consciente y paralizado.
Más allá del dolor físico, el estrés psicológico que sufre el toro es significativo. Desde que es separado de su madre hasta ser transportado en condiciones inadecuadas, su entorno se convierte en uno adverso. Durante la corrida, su cuerpo libera altos niveles de cortisol y adrenalina.
Argumentos en contra
Aunque algunos argumentan que la tauromaquia genera empleo y riqueza, los datos oficiales muestran que los festejos taurinos han caído más del 50% en los últimos años. El 83% de los toreros registrados no torean, y muchas ganaderías ni siquiera venden toros.
En cuanto a las corridas “sin violencia”, estas eliminan lanzas, banderillas y espadas, pero no eliminan el estrés ni el daño físico al toro. El hecho de que no muera no elimina su sufrimiento.
