El Gobierno del Reino Unido ha publicado un informe que advierte sobre los intentos de China de socavar la democracia británica. Esta situación ha llevado al primer ministro Keir Starmer a definir nuevas estrategias para fortalecer la seguridad nacional, mientras se busca mantener los lazos comerciales con el país asiático.
Tras su victoria en las elecciones de julio de 2024, Starmer ordenó un análisis exhaustivo sobre el vínculo con el país de Xi Jinping. Las conclusiones de este informe se dieron a conocer en las últimas horas. “Algunos adversarios están sentando las bases para futuros conflictos, posicionándose para actuar rápidamente y causar graves perturbaciones en nuestras cadenas de suministro y/o energéticas”, concluyó el documento.
Espionaje y debilidad institucional
El Gobierno británico ha informado que se han identificado crecientes esfuerzos de espionaje y maniobras destinadas a debilitar la seguridad económica y las instituciones democráticas en el Reino Unido por parte de Beijing. El ministro de Asuntos Exteriores, David Lammy, explicó que esta relación es la “relación bilateral más compleja” que enfrenta la diplomacia británica.
“El poder de China es un hecho ineludible. Por lo tanto, no relacionarse con China no es una opción”, afirmó Lammy. Así, el Reino Unido se enfocará en “buscar una relación comercial y de inversión” con China, que “apoye un crecimiento seguro y resistente” de ambas partes.
Inversión en inteligencia y defensa
Starmer adelantó que el Gobierno invertirá 600 millones de libras (818 millones de dólares) en los servicios de inteligencia para reforzar esta estrategia. A esto se sumará el compromiso de Londres de elevar el gasto en defensa de la OTAN al 5% del PIB para 2035.
La complejidad del vínculo entre Londres y Beijing se vio reflejada ante la advertencia de un comité del Congreso de los Estados Unidos sobre los planes de China para establecer una “megaembajada” en la capital británica. La comisión especial advirtió que la obra representa una “amenaza inaceptable para la inteligencia”.
Respuesta del Gobierno británico
Ante estas críticas, Lammy precisó que la autorización urbanística para la nueva embajada responde a un proceso legal sobre el cual el Gobierno no tiene capacidad de intervención directa. “No hay acuerdos turbios, en ningún asunto”, aseguró Lammy durante su intervención en la Cámara de los Comunes.
Se espera que estas acciones tengan un impacto directo en la seguridad nacional y las relaciones económicas entre ambos países.
