El programa nuclear de Irán se encuentra en una encrucijada tras los recientes ataques de Estados Unidos e Israel. Estos eventos han llevado a Teherán a considerar varias opciones, como la reconstrucción de su infraestructura nuclear, la posible retirada del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) o la implementación de nuevas estrategias para mantener su capacidad atómica.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado que Irán “nunca reconstruirá” su programa nuclear. Este comentario se produce en un contexto de 12 días de guerra y un clima de incertidumbre sobre el futuro del desarrollo nuclear en Irán.
Posibilidad de negociaciones
La posibilidad de que el reciente alto al fuego se mantenga y conduzca a nuevas negociaciones abre un escenario en el que Teherán podría aceptar ciertos límites a su actividad nuclear. Aunque es poco probable que el régimen renuncie formalmente a su “derecho” al enriquecimiento de uranio, existe la opción de que acepte medidas como la rendición de cuentas sobre los materiales y equipos nucleares restantes.
Además, podría mejorar las inspecciones internacionales y aceptar límites a las actividades nucleares “pacíficas”. Estas concesiones podrían formar parte de un acuerdo más amplio que busque garantizar la transparencia y la seguridad en la región.
Retirada del TNP
La posibilidad de que Irán decida retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear y acelerar el desarrollo de armas nucleares en secreto se ha convertido en una preocupación real para la comunidad internacional. Esta opción podría parecer lógica para un país que ha sufrido ataques sorpresa masivos y que siente la necesidad de contar con un elemento disuasorio creíble frente a enemigos con fuerzas convencionales superiores.
Si el régimen iraní logra sobrevivir a la actual crisis, se enfrentará a decisiones sobre la reanudación de su programa nuclear. A pesar de los daños sufridos en su infraestructura nuclear, Irán aún conserva una cantidad significativa de uranio enriquecido.

Reservas de uranio
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), las reservas actuales incluyen aproximadamente 5,000 kg de uranio poco enriquecido y 400 kg de uranio enriquecido al 60%. Estos materiales podrían convertirse en uranio enriquecido al 90%, que es apto para armas nucleares. Esta cantidad sería suficiente para fabricar unas 10 armas nucleares si se completara el proceso de enriquecimiento.
Las tres principales instalaciones de enriquecimiento, Natanz, Fordow e Isfahán, han quedado fuera de servicio tras los ataques, y su reconstrucción parece poco probable. La opción más viable para el régimen sería construir una nueva instalación en secreto utilizando componentes recuperados y centrifugadoras ocultas al OIEA.
Desafíos en la reconstrucción
Sin embargo, producir nuevas centrifugadoras avanzadas también presenta desafíos significativos debido a la destrucción previa por parte de Israel. Irán depende exclusivamente de su propia capacidad científica e industrial para reconstruir su programa nuclear. La eliminación de algunos científicos no ha borrado los conocimientos técnicos acumulados por expertos e ingenieros iraníes.
Esto garantiza que su capacidad subyacente para adquirir armas nucleares persista a pesar de los acontecimientos recientes. En lo que respecta al TNP, Irán tiene derecho a retirarse tres meses después de notificarlo a todas las partes y al Consejo de Seguridad.
Consecuencias de la retirada
Hasta ahora, Corea del Norte es el único país que ha ejercido este derecho. La principal ventaja de retirarse del TNP sería la ausencia de inspecciones internacionales, lo que permitiría desarrollar armas nucleares con mayor secretismo.
No obstante, esta decisión se interpretaría como una declaración explícita para adquirir armas nucleares, lo que provocaría un rechazo internacional generalizado e incluso sanciones más severas. Además, esto facilitaría justificaciones para el uso de fuerza por parte de Estados Unidos e Israel.

Opciones menos peligrosas
Ante estos riesgos, permanecer dentro del TNP y buscar una capacidad nuclear pacífica bajo inspección internacional se presenta como una opción menos peligrosa. Sin embargo, los acontecimientos recientes han demostrado que este enfoque tampoco garantiza seguridad frente a posibles ataques.
El futuro del programa nuclear iraní dependerá del régimen para tomar decisiones estratégicas en un entorno internacional hostil y vigilado. La combinación de presión militar, sanciones económicas y vigilancia internacional ha colocado al régimen en una posición delicada donde cualquier movimiento será observado por la comunidad internacional.