En 2024, Europa y Asia Central registraron más de 127,000 casos de sarampión, lo que representa el doble de la cifra del año anterior. Esta es la tasa más alta de incidencia en más de 25 años, según un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El director regional de la OMS para Europa, Hans Kluge, advirtió en un comunicado: «El sarampión está de vuelta, y esto es una llamada de atención». Las agencias de la ONU atribuyen este aumento en los casos a una disminución en la cobertura de vacunación en muchos países. Esta situación comenzó durante la pandemia de Covid-19 y se vio agravada por la «desinformación» relacionada con las vacunas.
Impacto en la vacunación
Según OMS y Unicef, medio millón de niños en 53 países de Europa y Asia Central no recibieron su primera dosis de la vacuna en 2023. Algunas naciones de la región han reportado tasas de vacunación tan bajas como el 24%, muy por debajo del 95% recomendado para alcanzar la «inmunidad de grupo».
De los casos registrados, un 70% (74,000) requirieron hospitalización. Además, un 40% de los casos se dieron en niños menores de 5 años, lo que equivale a 54,000 contagios, y se reportaron 38 muertes en total.
Países más afectados
Rumanía fue el país más afectado, con más de 30,000 casos, seguido por Kazajistán con 28,000, Rusia con 22,000 y Azerbaiyán con 16,000. En total, Europa y Asia Central representaron un tercio de todos los casos globales de sarampión el año pasado.

Historia de la enfermedad
Según OMS y Unicef, los casos de sarampión habían ido disminuyendo progresivamente desde 1997, cuando se registraron 216,000 contagios, hasta alcanzar un mínimo histórico de 4,440 en 2016. Sin embargo, desde 2018 ha habido un resurgimiento de la enfermedad que se intensificó durante la pandemia.
Complicaciones del sarampión
La OMS y Unicef recuerdan que el sarampión es uno de los virus más contagiosos. Puede causar complicaciones graves como neumonía, encefalitis, diarrea y deshidratación. También puede provocar problemas a largo plazo, como ceguera o un debilitamiento del sistema inmunológico, lo que deja a quienes sobreviven más vulnerables ante otras enfermedades.