Una elefanta atacó y mató a una turista española, Blanca Ojanguren, de 22 años, mientras ella le daba un baño en un centro turístico de la isla de Yao Yai, Tailandia. La Policía local investiga el incidente ocurrido el pasado 3 de enero. Organizaciones como World Animal Protection advierten sobre los riesgos y el maltrato asociado a esta práctica turística.
El baño con elefantes es una actividad controvertida que algunos centros ofrecen para atraer turistas. Estas organizaciones denuncian que esta práctica puede estresar a animales que pesan más de 1.000 kg y tienen alta sensibilidad. Según datos de World Animal Protection, cerca de 2.800 elefantes son exhibidos en centros para diversas actividades en Tailandia.
Opiniones de expertos
Cristina Palacio, codirectora del santuario Kindred Spirit en Chiang Mai, señaló que «el principal problema es la cautividad de animales salvajes». Además, indicó que se debe proveer a los turistas de «información correcta» sobre la naturaleza de los elefantes para fomentar «experiencias diferentes y respetuosas».
Riesgos del maltrato animal
World Animal Protection advierte que el primer paso para lograr que un elefante se deje bañar por extraños consiste en «separar a las crías de sus madres, mantenerlas aisladas, privarlas de comida y agua y, en muchos casos, golpearlas repetidamente hasta que se las puede controlar con miedo». No hay pruebas de que este método se cumpla en todos los centros turísticos.
Prohibiciones en reservas naturales
La reserva natural de Phuket prohíbe el contacto directo con los animales, salvo para observarlos desde una distancia prudencial. En su página web aclara: «Los elefantes no quieren ser bañados por los humanos y los humanos no deberían bañar a los elefantes». Este centro también alerta sobre los riesgos de salud asociados a estos baños.
Elefantes en libertad y en cautiverio
Se estima que entre 4.013 y 4.222 elefantes salvajes viven en libertad en Tailandia. Estos han causado la muerte a 240 personas desde 2012 al cruzar hacia áreas habitadas debido a la pérdida de hábitat natural. Además, se estima una población similar de elefantes domésticos utilizados principalmente en espectáculos destinados a turistas.
Disparidad de opiniones
La actividad genera disparidad de opiniones; algunos centros defienden la protección del animal y niegan posibles abusos. Sin embargo, estas prácticas han ido extendiéndose en Asia para atraer visitantes extranjeros, dejando atrás paseos en elefantes cuyo atractivo ha disminuido con el tiempo.