Autor: José Mateo Gambarte Flores (*)
Dada la contaminación ambiental, producto del exceso de basura y mínimas políticas de reciclaje. Dado el efecto invernadero producto de emisión de gases industriales que, además, inciden en el irreversible calentamiento global, el futuro del planeta está en serias dificultades.
Al ritmo autodestructivo que llevamos, las predicciones más optimistas le dan unos 500 años mas de vida aceptable a la Tierra , después … el apocalipsis.
De no haber una conflagración nuclear, la humanidad continuará con vida pero en penosas condiciones postapocalípticas como ya nos lo anticipan y muestran varias peliculas de ciencia ficción.
Pensar en ese sombrío y ominoso futuro no puede, a la vez, privarnos de mantener una latente esperanza de cambio y / o conservación. Se dice que la esperanza es lo último que muere, pues intentemos cuidar y guardar lo que nos queda de naturaleza para las futuras generaciones a las cuales vamos formando o ,incluso, recién las vamos a crear .
Todos los paises del orbe tratan de cuidar y preservar aquella naturaleza que aún late en sus fronteras y, aunque irremisiblemente va perdiendose milímetro a milímetro, tratan de revertir aquello. Por eso, aunque bajo variados nombres, existen los Ministerios de medio ambiente, del agua, de la fauna y de la flora.
En Bolivia , dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, tenemos el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP), cuyo objetivo es conservar la diversidad biológica.
No obstante para esta conservación, se hace necesaria la participación y el trabajo de mucha gente , dada la grandeza del territorio patrio.
Entre esta gente están los llamados Guardaparques o Guardabosques. Al parecer, en Bolivia hay casi 290 para atender y cuidar 182.717 kilómetros cuadrados de reservas o parques. Correspondiéndole a cada guardaparque una extensión de, más o menos 634 hectareas.
Acaso tendría que doblarse la cantidad de estos guardaparques para atender de manera más eficiente la conservación bioecológica, pero se van produciendo despidos arbitrarios e injustificados.
DESPEDIDOS
Y, aunque entre casi 300 empleados pudiese pasar desapercibida la cesación de tres o cuatro, estos tienen nombres y apellidos. Así, Marcos Uzquiano , Guido García, Gonzalo Gutierrez y Anibal Alfaro estan siendo echados de sus fuentes de trabajo por un tal Johnson Jimenez Cobo (Director del Sernap). ¿Por qué razón o razones?. Pues no se sabe
¿Acaso por haberse destacado en sus labores?. Algunos de ellos incluso lograron reconocimientos a nivel internacional. O ¿acaso la envidia entra aqui?. Marco Uzquiano, el 11 de diciembre del pasado año, fue nombrado Embajador de los derechos de la madre tierra por la Defensoria del Pueblo, en celebracion de 76 años de la declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿Envidia de don Jimenez?. Quizas el hombre pretendía ese nombramiento no conforme con su cargo de Director. Parece doler que un subalterno consiga un reconocimiento, verdad?.
SIN RAZÓN
No hay ninguna razón valida y coherente para los despidos . Aunque a simple vista, lo que puede vislumbrarse es que el SERNAP quiere funcionarios sumisos y mejor si no hacen nada en sus labores, pues seguramente son incomodos a ciertos intereses y pactos políticos que el Sernap debe tener con avasalladores, cazadores ilegales, mineros auriferos, originarios, regantes, interculturales, etc, etc.. Es decir, desesperados destructores de la Pachamama.
Pero hay algo más: incapacidad de gestión, falta de compromiso y conocimiento en el manejo de áreas protegidas, por parte de don Johnson Jimenez, tal como lo afirman los guardaparques del Madidi que, además, exigen la destitución de este señor y el retorno del señor Uzquiano y los otros tres guaradaparques.
PESIMISMO
Pecaré de pesimista en esta última parte. El desastre bioecológico es irreversible. El desastre final no lo veremos nosotros, pero si lo harán cuatro o cinco generaciones delante de nosotros, ojala esto se alargue positivamente y sean más generaciones, muchas más.
Pero debemos seguir intentándolo, desde donde nos toque estar: en el hogar, en el colegio, en la fábrica, en la oficina, en el campo deportivo, en el barrio. Y allá en los bosques y parques desearles a nuestros guardaparques larga vida y fructifero trabajo. Habrá que luchar hasta el último aliento.
SERNAP no destruyan el futuro tan rápido, no quiten guardaparques a la madre tierra. Muchas generaciones merecen aún conocer a la Pachamama.
(*) Comunicador Social