Fuente: @EmilioHuascar
Tras cruzar la línea fronteriza desde Pisiga-Bolívar por pasos irregulares, cientos de migrantes, en su mayoría venezolanos y colombianos, se encuentran varados en la localidad fronteriza de Colchane, atrapados entre la frontera entre Bolivia y Chile (Iquique), sin alimentos, agua potable ni asistencia adecuada. La situación de los niños y adolescentes, expuestos a las extremas condiciones del desierto, resulta especialmente alarmante.
En condiciones desesperadas, los migrantes denuncian que las autoridades les impiden avanzar hacia Chile o regresar hacia Bolivia para eventualmente retornar a sus países de origen, obligándolos a retornar hasta Iquique para regularizar su situación migratoria, a una distancia de 260 kilómetros que resulta inalcanzable para muchos, dadas sus limitadas condiciones económicas. George Vargas, uno de los migrantes varados, describe la situación como “una locura”, explicando que familias enteras, incluyendo niños y personas enfermas, enfrentan la desesperanza de no poder avanzar ni retroceder.
Bayron García, director de Dideco de la Municipalidad de Colchane, advirtió que el problema se ha intensificado en los últimos meses sin respuestas claras del gobierno. La municipalidad, junto con organizaciones como la Fundación Madre Josefa, ha intentado brindar apoyo, aunque reconoce que la falta de soluciones estatales agrava la crisis.
La trabajadora social Marcela Fernández alertó sobre la vulnerabilidad de los menores en esta situación: «Las familias no tienen recursos para alimentarlos ni hidratarlos adecuadamente, lo cual los coloca en una situación de riesgo». Frente a esta crítica realidad, persiste la necesidad urgente de una respuesta humanitaria integral por parte del Estado chileno.