La reciente caída en el precio internacional de la soya ha generado preocupación en Bolivia, donde este cultivo desempeña un papel fundamental en la economía agrícola del país. Especialmente los pequeños y medianos productores se enfrentan a un panorama sombrío que pone en peligro la estabilidad económica.
Esta disminución en el precio de la soya tiene sus raíces en varios factores internacionales. La sobreproducción de Estados Unidos ha ejercido presión sobre los precios en los mercados globales, mientras que la desaceleración económica de China ha reducido la demanda de este grano, afectando a los exportadores latinoamericanos, como Bolivia.
En Bolivia, la falta de adopción de biotecnología ha llevado a una menor productividad en comparación con otros países de la región. Esto no solo pone en riesgo la producción de soya, sino también cultivos rotativos como maíz, sorgo, trigo y girasol.
Impacto en los pequeños y medianos productores y en la economía general
Según advierte Fernando Romero, la caída en el precio de la soya tendrá un impacto significativo en los pequeños y medianos productores bolivianos. Esta crisis podría llevar a una reducción en las áreas de siembra para el próximo ciclo, lo que afectaría el abastecimiento interno y aumentaría los precios de los alimentos.
Además, la disminución en los ingresos por exportaciones también tiene implicaciones macroeconómicas. Según estimaciones de la Cepal, se espera que Bolivia crezca solo un 1,7% en 2024, reflejando el impacto negativo en el crecimiento económico general del país.
El potencial de la soya Intacta para impulsar la producción y las exportaciones
Un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Agrícolas (FCA) de la Universidad Gabriel René Moreno (Uagrm) proyecta que la introducción de la soya Intacta (RR+Bt) podría generar un excedente de más de 5.442.729 toneladas para el año 2030, con un valor de exportación estimado en más de 3.500 millones de dólares.
La adopción de esta tecnología biotecnológica en la producción de soya podría ayudar a aumentar la productividad y la rentabilidad de los agricultores bolivianos, brindando una oportunidad para enfrentar los desafíos actuales y aprovechar el potencial de este cultivo en el mercado internacional.