El presidente de Francia, Emmanuel Macron, proclamó oficialmente la apertura de los Juegos de París en una ceremonia que tuvo lugar el viernes por la noche. La XXXIII Olimpiada del mundo moderno ha dado comienzo con este emocionante evento.
Tras la proclamación de Macron, llegó el momento más esperado de la ceremonia: el encendido del pebetero con la llama olímpica. Esta llama, que fue prendida en Olimpia (Atenas) el pasado 16 de abril, simboliza la unión de los países participantes en estos Juegos.
El deporte como unificador de personas
Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, destacó la capacidad del deporte para unir a las personas. En su discurso, resaltó que en el mundo olímpico no existen divisiones geográficas, sino que todos respetan las mismas reglas y todos importan. Dirigiéndose a los atletas, les recordó que forman parte de un evento que promueve la paz y la solidaridad en un contexto global marcado por conflictos.
París, el país del amor y del deporte
Tony Estanguet, quien se sumó a la bienvenida a los participantes, destacó la historia de amor entre Francia y el deporte. Haciendo referencia al barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos modernos, mencionó que París quiere dar lo mejor de sí misma a los atletas. Como muestra de ello, cada medalla entregada incluirá un fragmento de la icónica Torre Eiffel. Además, algunas competiciones se llevarán a cabo en monumentos y lugares emblemáticos de la ciudad.
Un mensaje de unidad para el mundo
El presidente del comité organizador envió un mensaje de unidad a través de los atletas. Destacó que, aunque los Juegos no tienen el poder de resolverlo todo, demuestran la belleza de la humanidad cuando se une. La Villa Olímpica es un lugar donde todos los países, culturas y religiones pueden convivir en armonía. Es un orgullo ver a los atletas desfilar juntos, representando la diversidad y la paz que los Juegos promueven.