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Carlos Mesa: “El populismo tiene como elemento esencial la construcción de un espacio indefinido de poder”

Expresidente de Bolivia, Carlos D. Mesa Gisbert./ Internet
El sistema político en Bolivia está recubierto por un celofán democrático que cubre un corazón autoritario, estamos cada vez más cerca de la dictadura. En los últimos 18 años hemos tenido 17 años de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), que nos ha llevado a tener un partido hegemónico que ya ha agotado sus propuestas.


Carlos D. Mesa Gisbert, presidente de Bolivia entre el 17 de octubre de 2003 y el 9 de junio de 2005, conversa con Manuel Alcántara, uno de los grandes expertos de la política de América Latina. El político, periodista e historiador que llegó a la presidencia como sucesor de Gonzalo Sánchez de Lozada, del que fuera su vicepresidente, tras su renuncia y quien renunció a su vez a su propio mandato debido a movilizaciones de los movimientos sociales, lidera hoy la oposición de su país.

Carlos, para empezar ¿cuáles son los principales retos de Bolivia?

El más importante es la reconstrucción de un sistema democrático real. El sistema político en Bolivia está recubierto por un celofán democrático que cubre un corazón autoritario, estamos cada vez más cerca de la dictadura. En los últimos 18 años hemos tenido 17 años de gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), que nos ha llevado a tener un partido hegemónico que ya ha agotado sus propuestas.

Lo que fue interesante en el periodo 2006-2015 que tenía que ver con la inclusión, la movilidad social, el fin del racismo y la discriminación y con una bonanza económica sin precedentes por el alza impresionante de las materias primas, se terminó. El MAS ha agotado su propuesta, está envilecido y vive en una cooptación con los llamados movimientos sociales.

Por otro lado, la oposición ha tratado de tener un espacio de afirmación y de alternativa en el ámbito legislativo pero el MAS tiene la mayoría. En ese contexto, la opción que tenemos es la reconstitución de un modelo plural y de un sistema de partidos, el establecimiento de una institucionalidad democrática real.

¿Y qué elementos te preocupan de la política en la región?

El populismo tiene como elemento esencial y como objetivo básico, más allá de su retórica de carácter conceptual, la construcción de un espacio indefinido de poder, la destrucción de las instituciones. La polarización es la respuesta a la división, en el caso de Bolivia, entre el oriente, Santa Cruz y su pujante economía, y el occidente andino por un lado. Y por otro, el tema vinculado a la cuestión étnica y su encajonamiento político lo cual es un delineamiento dramático de lo que es la construcción de la política.

¿Crees que está habiendo un debilitamiento del patrón democrático en la región?

Desde el año 2000 hemos ido en declive. Hay un desbaratamiento de las instituciones democráticas, un debilitamiento de la libertad de expresión, del pluralismo y del diálogo, hay una profundización de la brecha de confrontación, un incremento de las noticias falsas como base fundamental de la construcción de escenarios donde las posiciones se radicalizan cada vez más. Lo más dramático es la construcción de espacios cerrados y de burbujas donde se retroalimentan los prejuicios.

El proceso político electoral tiene que recuperar la alternancia en el poder, la independencia de poderes, su separación y la construcción de instituciones por encima de personas. Y esto, salvo un par de excepciones que han sobrevivido, se ha perdido o se está debilitando seriamente.

¿Cómo podrían revitalizarse los partidos?

Salvo casos como Uruguay, en el que la vieja tradición partidaria se mantiene, la mayor parte de los países de América Latina, no solamente han sufrido un debilitamiento de los partidos políticos, sino su literal desaparición y del sistema de pluralismo democrático a cambio de propuestas que son circunstanciales.

Hay que construir partidos más horizontales, partidos no de dogmas sino de causas. La causa ambiental, la causa de género, animalista, de la protección de la igualdad y la de una construcción de una economía nueva con alternativas diferentes que no impliquen un compromiso integral con una serie de normas como las que plantearía un sistema religioso.

Y a nivel internacional ¿qué problemas te preocupan?

Principalmente lo que tiene que ver con cómo va a responder Occidente a su propio problema de identidad que se está perdiendo. Los valores democráticos esenciales heredados de la Grecia clásica y de la construcción del siglo XX en los que Europa y los Estados Unidos han tenido un rol protagónico están en cuestión. Hoy Occidente está siendo cuestionado por modelos alternativos de carácter populista que, más allá de su crítica que puede ser justa en muchas cosas, ponen en tela de juicio valores esenciales del pluralismo, del respeto a los derechos humanos y de la construcción de una sociedad entre iguales que fue el paradigma del que salió las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial.

Yo puedo entender que hay cuestiones básicas vinculadas al poder total que ha ejercido Estados Unidos, o la mirada de Occidente sobre el resto del mundo, pero los valores esenciales de la Democracia, el pluralismo y los Derechos Humanos no pueden ser cuestionados. Y el gran problema es si los líderes europeos y estadounidenses tienen la capacidad de responder ese desafío.

Para ir concluyendo, ¿crees que la política es una profesión?

Lo es y debería ser un oficio del más alto rango, pero simultáneamente tienes una percepción, probablemente la más negativa de la historia reciente. En parte porque hay una visión que desmerece la responsabilidad y la construcción de un espacio común democrático que tiene que ver con la tarea y el oficio del político y en parte porque esa desvaloración tiene un sentido de coherencia con muchos de los actos de políticos que no hemos estado a la altura de las circunstancias. Hay una desvalorización justificada de la política como instrumento del poder por el poder, como un instrumento de enriquecimiento y eso tiene que cambiar.

Estamos viviendo probablemente la crisis más dramática, ya no solamente en los países de América Latina, sino en los países desarrollados y en la cuna de la democracia, que ha enfrentado una serie de preguntas que no puede responder adecuadamente: incertidumbre, desorientación, fake news, procesos de populismo que están desestabilizando la construcción histórica de la democracia.

Y cómo expresidente y actual jefe de la oposición ¿qué atributos consideras imprescindibles para ejercer la política?

Primero honestidad intelectual, segundo una visión ética clara y tercero un compromiso real y serio con la democracia que entiende la competencia y el pluralismo como camino para construir un espacio de poder. Pero no un espacio de poder por el poder mismo, sino un espacio de poder como alternativa de propuesta constructiva de lo que un país requiere en un determinado momento. Esta serie de elementos me parecen fundamentales como base para definir el camino hacia la política, sin desconocer que la política tiene complejidades y necesidades que a veces son confundidas entre pragmatismo y cinismo, como si no estuvieran vinculadas a la ética.

Y finalmente ¿qué personalidad de la política te ha impresionado particularmente?

En América Latina, el ex presidente Fernando Enrique Cardoso fue un hombre que viniendo de la izquierda entendió el proceso de la modernidad y entendió el proyecto latinoamericano como elemento fundamental de la construcción de una sociedad nueva. Es decir, no atado a dogmatismos y a cuestiones de fe sino atado a la realidad cotidiana y a la vinculación de la democracia como elemento central.

Pero el paradigma del político de raza y de respeto es Nelson Mandela. Mandela fue un ejemplo fundamental para entender la complejidad de reconstruir una sociedad quebrada. El símbolo más interesante que plantea es la fusión de las dos banderas para definir la realidad de una sociedad que se entiende como una totalidad y no como dos fragmentos enfrentados.


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