En un mundo saturado de información digital, la «infoxicación» se ha convertido en un fenómeno que afecta la salud mental y física de las personas. Fabiola Cadima, directora de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo de La Paz (Bolivia), sugiere la aplicación de una «dieta digital» como medida para enfrentar los riesgos de la sobreexposición informativa.
La infoxicación, o intoxicación por exceso de información, es descrita por Cadima como una situación descontrolada para el cerebro, incapaz de filtrar la avalancha de datos que recibe, lo que puede resultar en estrés, pérdida de interés en el estudio y el uso de información errónea. Para contrarrestar estos efectos, Cadima propone implementar una «dieta digital», un enfoque consciente y selectivo en el consumo de información.
En el testimonio de Gloria, una joven afectada por su adicción a TikTok, se refleja la preocupación creciente sobre el agotamiento digital. Según Cadima, la dependencia a las pantallas genera una liberación significativa de dopamina en el cerebro, activando el circuito de recompensa y placer que subyace a las adicciones.
Un estudio realizado por la Asociación Británica del Juego señala que la exposición nocturna a pantallas tecnológicas afecta el sueño infantil y contribuye a trastornos del sueño y fatiga. Las redes sociales y los videojuegos son identificados como principales agentes causantes de infoxicación.
La infoxicación no solo tiene consecuencias en la salud física sino también en la salud mental. La falta de concentración, comparaciones constantes y afectación de hábitos de vida son algunos de los efectos primarios identificados. Ante esto, Cadima sugiere actividades alternativas como deportes o interacciones sociales para contrarrestar el estrés y la ansiedad.
En un mundo tecnológico con acceso ilimitado a la información, la prevención se vuelve crucial. La «dieta digital» emerge como una estrategia fundamental para mantener un equilibrio saludable en la era de la información constante.
La responsabilidad recae en cada individuo y en los padres, especialmente en el caso de niños y adolescentes, quienes deben ejercer un filtro consciente y establecer límites para preservar la calidad de vida en el entorno digital. La tecnología, aunque beneficiosa, exige una gestión cuidadosa para evitar caer en los riesgos de la infoxicación.
