Un numeroso grupo de hinchas de Boca Juniors estuvo presente en Río de Janeiro para la final de la Copa Libertadores contra Fluminense, pero no tenían entradas para el Maracaná ni acceso a pantallas de televisión para ver el partido. Esto provocó algunos incidentes horas antes del encuentro, que finalmente fue favorable para el cuadro brasileño, por 2 a 1.
Los aficionados argentinos, frustrados porque esperaban que se instalara una pantalla gigante en el Sambódromo, donde se concentraba gran parte de la hinchada de Boca, intentaron acercarse al Maracaná para ingresar al estadio. Sin embargo, toda la zona estaba cercada por un ostentoso dispositivo policial y las calles bloqueadas con vallas metálicas. Como resultado, quedaron retenidos a varios metros del Maracaná junto con los hinchas que sí tenían entrada y esperaban la apertura de los portones.
Respuesta policial y corridas
Ante las presiones constantes de los hinchas por forzar su paso, la policía tuvo que dispersarlos con gases lacrimógenos en varias ocasiones, lo que terminó reprimiendo tanto a los aficionados con entradas como a aquellos sin ellas. Esta respuesta policial generó corridas entre los hinchas, algunos de los cuales sufrieron lesiones leves debido a tropezones.
Involucramiento de La Doce
Según periodistas argentinos que cubren el partido, los principales responsables del incidente fueron miembros de La Doce, la barra brava del Boca Juniors mayormente acampada en el Sambódromo. A excepción de estos incidentes y algunas pequeñas escaramuzas aisladas entre aficionados del Fluminense y Boca Juniors en estaciones del metro cercanas al Maracaná (principalmente en la Estación Central de Brasil), la llegada de los hinchas al estadio transcurrió sin mayores problemas.
Refuerzo policial y disputa pacífica
Esto se debió a que la presencia policial en los alrededores del estadio fue reforzada después de los incidentes ocurridos el jueves, cuando un grupo de aficionados del Fluminense emboscó a decenas de hinchas del Boca que celebraban en la playa de Copacabana y los expulsó violentamente.
En el metro, prácticamente el único medio de transporte para llegar al estadio debido al cierre de las vías, grupos de aficionados de ambos equipos protagonizaron duelos de cánticos pero en completa paz. La única disputa era por hacerse escuchar más fuerte en los vagones abarrotados.
Duelos verbales dentro del estadio
Dentro del Maracaná, que estaba lleno dos horas antes del partido, también se registraron duelos de cánticos y provocaciones entre los hinchas del Fluminense, quienes gritaban «racistas» cada vez que se mencionaba a los argentinos por los altavoces del estadio. Esto adquiere mayor relevancia debido a incidentes previos relacionados con insultos racistas durante partidos anteriores en la Libertadores en diferentes países. Los medios brasileños reprodujeron declaraciones ofensivas realizadas por un hincha del Boca en Copacabana hacia aficionados del Fluminense, llamándolos «monos» y «esclavos».
Gran cantidad de hinchas sin acceso
A pesar de que tanto los hinchas del Fluminense como los del Boca Juniors tuvieron acceso a 20.000 entradas, las autoridades estiman que aproximadamente 80.000 aficionados argentinos llegaron esta semana a Río, dejando a una gran mayoría fuera del estadio y sin acceso a una pantalla pública para ver el partido.
Refuerzo de seguridad y ley seca
La Policía de Río desplegó 7.000 agentes en la ciudad, 2.000 de ellos en los alrededores del Maracaná, para reforzar la seguridad, especialmente después de los disturbios ocurridos el jueves.
Con el fin de evitar altercados, la Alcaldía de Río de Janeiro estableció la ley seca en un amplio perímetro alrededor del estadio desde la medianoche del sábado hasta la mañana del domingo.
Fuente: EFE
