El oftalmólogo, Joel Moya Saldías, fue retirado este domingo de la Dirección del Instituto Nacional de Oftalmología (INO), tras diez años de “estar al frente”. El profesional expresó su sorpresa con la determinación, pero resaltó que se retira contento.
A Moya le informaron sobre la decisión de forma verbal, pero “leal” a la palabra que escucha, agarró sus objetos personales y dejó la oficina al sucesor, un anestesiólogo que trabaja en el mismo centro médico, reportó la red Erbol.
«Han pasado diez años y también debo reconocer que estoy en la edad de pensar en la jubilación. Me voy contento porque estoy dejando un Instituto para que sobreviva unos 50 años”, manifestó.
Apoyo de autoridades al centro
Relató que hace 22 años cuando ingresó como médico, luego de vencer un examen de competencia, había 13 médicos y hoy existen 40 profesionales con alta especialidad, ponderando el apoyo de la entonces ministra de Salud, Gabriela Montaño por los ítems asignados.
Asimismo, realzó las donaciones del exalcalde de la ciudad de La Paz, Luis Revilla y elexgobernador César Cocarico con diferentes equipos, los cuales convirtieron al hospital en una clínica donde cada subespecialidad tiene un quirófano propio para atender: Operaciones de retina, cataratas, glaucoma, oculoplastía, oftalmopediatría, trasplantes de córnea, uveítis, baja visión y cardio metabólico.
“Ha sido una época fabulosa. Antes que sea director se atendía a 60 o 70 pacientes en la mañana y hubo una época, cuando me tocó ser director, por la necesidad de atender más gente habilitamos el turno de la tarde y se llegaron a atender a 450 pacientes en un día”, manifestó.
Aseguró que, en cuanto a lo económico, todo el dinero generado fue invertido en infraestructura, mejores equipos, más profesionales, capacitaciones constantes, entre otros aspectos.
Planes que tenía Moya
Mencionó que uno de los planes que deja en carpeta, es construir en la parte posterior del actual Instituto, un edificio para que en cada piso se atienda una subespecialidad; y el actual Instituto podría convertirse en el primer hospital oftalmológico pediatra y que solo atendría casos de emergencia.
“Ese era el último plan que pensaba desarrollar, he sido sorprendido (con el cambio), pero las ideas están ahí y yo creo que los que sigan podrán terminar esta labor que se necesita pensando solo en dar el mejor servicio a nuestra gente”, expresó.
Otro de sus planes era impulsar la apertura de consultorios oftalmológicos en los centros de primer y segundo nivel, para evitar que la gente madrugue por una ficha para hacerse medir lentes.
Aseveró que, de la totalidad de pacientes que atiende el INO, el 60% viene de El Alto, un 20% de las zonas rurales y 10% de otros lugares.
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