Cuando Julio Furch patea el quinto penal de la tanda, la atmósfera del Estadio Jalisco hace un esfuerzo monumental por contentar el aliento. Momento para la historia. Zapatazo potente. Las redes que se mueven para desatar el grito contenido durante siete largas décadas. Es el tanto que define el título. Atlas es campeón del futbol mexicano. Generaciones enteras vivieron y murieron sin ver cristalizarse el sueño que finalmente se hizo realidad.
El disparo del argentino significa el 4-3 definitivo, después del 1-0 en 120 minutos y 3-3 en el global. Simples números que sólo sirven darle justificación a lo que verdaderamente representa el trofeo que hoy se llevan los Zorros: un sentimiento atrapado en años y años de amargura. Pero ahora, ese gol, el definitivo, el de Furch en el arco sur, desata un grito que esta afición no conocía hasta ahora: ¡Atlas, campeón!.