«Fuera corrupto criminal», «nadie aguanta más”, fueron los gritos de consigna de miles de brasileños que se manifestaron el fin semana en diferentes ciudades de este país para pedir el “impeachment” (destitución) de su Presidente, Jair Bolsonaro, cada vez más desgastado por su caótica gestión de la pandemia del Covid-19.
Es la cuarta protesta en menos de dos meses en la que se levanta masivamente la ciudadanía contra el líder negacionista.
La cuarta jornada de manifestaciones fue convocada por partidos políticos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales contra el mandatario, que además está siendo investigado por la Fiscalía por supuestamente no denunciar sospechas de irregularidades en la negociación de vacunas anticovid.
Una de las marchas que empezó temprano, de las más de 400 convocadas en ciudades y municipios de Brasil y en lugares del exterior, fue la del centro de Río de Janeiro, donde miles de personas hicieron sentir sus reproches en el «día de unir al país en defensa de la democracia, la vida de los brasileños y del fuera Bolsonaro», según indicaron los organizadores.
La mayoría de los manifestantes estaban vestidos de rojo y con máscaras para prevenir el contagio del coronavirus, portaban pancartas con lemas como «Fuera corrupto criminal», «Nadie aguanta más, «Fuera Bolsonaro» y «Las revoluciones son imposibles hasta que se vuelven inevitables».
“Es muy importante que todo aquel que se sienta ofendido u oprimido por este gobierno, venga a la calle, porque necesitamos luchar por la vuelta a la democracia”, expresó una mujer de 65 años que asistió a las manifestaciones.
Hasta el mediodía del sábado, se habían realizado manifestaciones por lo menos en cinco capitales de estado, entre ellos, Recife (Noreste) y Belén (Norte), con críticas a la tardía campaña de vacunación, al disparado desempleo y pedidos para aumentar las ayudas de emergencia a los más pobres en tiempos de pandemia del coronavirus.
Bolsonaro también fue criticado por su discurso en favor de la explotación de las áreas protegidas de la Amazonía, entre ellas las reservas indígenas, sus políticas sobre armas en Brasil y su ambicioso programa de privatizaciones, vive su peor momento desde que llegó al poder en 2019.
Su popularidad está en su nivel más bajo, 24 por ciento; los sondeos indican que en las presidenciales de octubre del año que viene sería derrotado por su mayor rival, el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo Partido de los Trabajadores (PT) es uno los grandes promotores de las protestas del fin de semana.
La oposición presentó el 30 de junio un “superpedido de impeachment”, que condensa un centenar de pedidos de destitución ya presentados ante la Cámara de Diputados con más de 20 acusaciones diferentes contra el mandatario.
La gestión del Gobierno está siendo duramente cuestionada por sospechas de corrupción en la compra de vacunas anticovid, que han sido destapadas por las investigaciones que adelanta una comisión del Senado y que han puesto hasta al mismo mandatario bajo el ojo de la Fiscalía.
Además, Brasil es uno de los países más azotados por la pandemia del coronavirus, con más de 548.000 muertos y 19,6 millones de contagios.
La prensa brasileña reportó imágenes de avenidas llenas de manifestantes, protestas contra Bolsonaro en 20 de los 26 estados de Brasil.
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