Oruro

Segunda vuelta presidencial chilena, ¿la historia se repite o se reinventa?

Por: Orestes E. Díaz Rodríguez/Latinoamérica21

El próximo mes de enero se cumplirán veintiséis años de un desenlace electoral inédito en la historia posterior al retorno a la democracia en 1989.

Corría el final del mandato del presidente centroizquierdista, Eduardo Frei Ruiz – Tagle. El panorama electoral no era promisorio. El desempleo alcanzaba el 11%, el crecimiento era nulo, la conflictividad social y la percepción de inseguridad estaban en alza y el rechazo a la gestión del gobierno alcanzó el 45% contra apenas un 28% de aprobación.

La continuidad de la coalición gubernamental estaba en dudas. Cuando el candidato presidencial del partido gobernante compite llevando sobre sus hombros el lastre de la insatisfacción ciudadana con el desempeño del presidente de turno, retener el poder, generalmente, es improbable.

Pero, las elecciones presidenciales del año 2000 contradijeron esa tendencia. Superando un contexto electoral desafiante, Ricardo Lagos, candidato del oficialismo logró imponerse en la segunda vuelta por apenas tres puntos porcentuales sobre Joaquín Lavín, representante de la coalición de derecha.

Desde el retorno a la democracia fue la única ocasión en que el partido gobernante retuvo el poder pese a que el rechazo a la gestión del mandatario de turno era mayoritario. En el futuro no faltaron intentos fallidos. En las presidenciales de 2013 y 2021, la apuesta de la centroderecha gobernante por conservar el poder se estrelló contra el obstáculo insalvable que representó el hartazgo ciudadano con el desempeño del ejecutivo de turno, Sebastián Piñera. Mientras en los comicios de 2017 la centroizquierda batalló infructuosamente contra el rechazo a la gestión de gobierno de Michelle Bachelet.

Razones del inédito triunfo gubernamental en el año 2000

Aunque el pobre desempeño del presidente Frei Ruiz-Tagle potenció las opciones de triunfo de la oposición, el caudal de votos de la derecha resultó insuficiente. En el año 2000, a solo una década del inicio de la transición y con el fuerte legado de enclaves autoritarios que dejó el dictador, un eventual ascenso al poder de la derecha representaba una seria amenaza para la continuidad del régimen democrático en construcción en Chile.

Los lazos de Joaquín Lavín y los representantes principales de la derecha con el régimen militar pinochetista eran inocultables. En el imaginario de segmentos decisivos de electores un eventual ascenso al poder de la derecha constituía una amenaza para la continuidad democrática. Las fallas en la gestión de Frei hicieron de la oposición una fuerza electoralmente más pujante. Incluso, alcanzaron la mejor votación de su historia. Pero, no convencieron a la mayoría de los votantes comprometidos con el rumbo democrático del país que constituían una alternativa de gobierno creíble.

Elecciones presidenciales de 2025, ¿en el mismo eje que las del año 2000?

Existe una importante similitud entre la segunda vuelta electoral del año 2000 y la que se efectuará el próximo 14 de diciembre. La candidata presidencial de la coalición de gobierno, la comunista y ex ministra de Trabajo, Jeanette Jara, compite arrastrando la carga de una evaluación ciudadana notoriamente negativa del desempeño del presidente de turno, Gabriel Boric.

La encuesta de septiembre-octubre del Centro de Estudios Públicos (CEP) ubica la desaprobación de Boric en 62%. Solo el 28% aprueba la gestión del mandatario. Indudablemente, es un dato que, tanto en Chile como en América Latina, ha anunciado de manera consistente un desenlace electoral desfavorable para el oficialismo.

Pero, en la esquina contraria se encuentra la figura controvertida del líder del partido republicano, José Manuel Kast. En 1998, Kast apoyó la opción a favor de la continuación de Pinochet. Presidió la red Political Network for Value que muchos consideran de posiciones extremas. Ha defendido el legado económico de la dictadura y en las elecciones de 2017 aseguró que el General votaría por él si viviera. Kast y los republicanos proceden de uno de los extremos del espectro ideológico (ultraderecha) y no cuentan con experiencia ejecutiva a nivel nacional.

El informe de 2024 de Latinobarómetro arrojó que el 61% de los chilenos apoya la democracia.  La pregunta es, un eventual gobierno de Kast, ¿representa una amenaza para la continuidad del régimen democrático en Chile?

En efecto, la segunda vuelta de 2025 reedita, en cierta forma, el eje de los comicios del año 2000. Una fuerza gubernamental de izquierda cuya gestión es evaluada negativamente por los ciudadanos busca conservar el poder frente a una formación de (ultra) derecha que despierta serias dudas sobre su compromiso con la democracia.

¿Se repetirá la historia?

El antecedente del año 2000 es importante pero no forzosamente decisivo. No hay que olvidar que los comicios presidenciales de 2023 en la vecina Argentina enfrentaron también a una fuerza gubernamental de orientación izquierdista devaluada por una gestión infructuosa (Unión por la Patria) y a una formación política de extrema derecha sin experiencia de gobierno (La Libertad Avanza) que, sin embargo, obtuvo el respaldo de la mayoría indiscutida del electorado.

La contienda electoral entre esos dos tipos de adversarios no necesariamente concluye con el mismo resultado. Por eso, el punto de partida correcto debe ser otra interrogante. Por ejemplo, ¿de qué depende que la competencia entre un oficialismo de izquierda mal evaluado y una formación de derecha con una credibilidad limitada unas veces se incline a favor de un contendiente y en otras oportunidades lo haga en beneficio del otro.

El dominio desde el que acuden los votantes a las urnas

El respaldo del electorado en esas circunstancias depende de la percepción que predomina sobre el contexto en que acuden a votar. Si el mismo tiende a ser percibido como moderadamente desfavorable apoyarán la continuidad del partido gobernante. Pero, si es percibido como crítico optarán por dejar en un segundo plano sus dudas y respaldarán a la fuerza política retadora.

La última encuesta del CEP brinda algunas pistas sobre el dominio desde el que acudirán a votar los chilenos el próximo 14 de diciembre.

El 84% califica como mala o regular la situación del país. El 80% considera que el país se encuentra estancado o en decadencia. El 89% califica la actual situación política del país como regular, mala o muy mala. El 64% considera que la democracia funciona mal o regular contra el 33% que considera lo hace bien o muy bien. El 48% está de acuerdo con que en algunas circunstancias un régimen autoritario puede ser preferible o le da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario. Mientras que para el 47% la democracia es preferible a cualquier forma de gobierno.

Otros datos

A su vez, otras mediciones muestran hacia dónde podría inclinarse la balanza. La imagen de los candidatos es una medición que importa. Esta vez, Kast llega a la elección con 38% de imagen positiva y 39% de negativa. Sustancialmente diferente del Kast perdedor de las elecciones de 2021. Entonces solo el 16% lo evaluaba positivamente mientras el 61% lo hacía negativamente. En cambio, su adversaria, Jeanette Jara, registró un 32% de imagen positiva contra un 44% negativa.

En primera vuelta, Jeanette Jara obtuvo 26,8% contra 23,9% de Kast. En tercer lugar se ubicó el populista Franco Parisi del partido de la gente con casi el 20% de los votos. El respaldo de los votantes de Parisi, quien anunció que votaría nulo, será muy importante y según las encuestas, mientras el 49% de sus seguidores apoyaría a Kast solo un 16% respaldaría a Jara.

A su vez, dos candidatos presidenciales, el libertario Johannes Kaiser y la representante de la derecha tradicional Evelyn Matthei alcanzaron en primera vuelta el 14% y el 12,5% de los votos, respectivamente. Ambas formaciones, cercanas ideológicamente al partido republicano, inmediatamente otorgaron su respaldo en segunda vuelta a Kast.

Aunque los republicanos de Kast obtuvieron la mayor representación en la cámara de diputados y el senado los escaños que controlan son insuficientes para impulsar reformas legislativas que subrepticiamente cambien la naturaleza del régimen político. En caso de llegar a ser fuerza gobernante, la composición del congreso los obligará a dialogar y llegar a acuerdos con otras fuerzas.

Por último, Kast centró su campaña en tres temas prioritarios del ciudadano chileno en los que los resultados el oficialismo fueron insatisfactorios: orden, control migratorio y economía.

La sorpresa sería que se reditara el desenlace electoral del año 2000. Parece más sensato esperar que la mayoría del electorado deje en un segundo plano las reservas que pueda tener sobre una eventual gestión de Jose Antonio Kast y lo coronen como el nuevo presidente. Algunas veces la historia se repite, pero en otras ocasiones se reinventa.

Profesor e investigador de la Universidad de Guadalajara (México). Doctor en Ciencia Política de la misma universidad. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1.


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