La crisis interna de la Federación Departamental de Juntas Vecinales de Oruro (Fedjuve) escaló ayer a uno de sus puntos más tensos del año. La sede de la organización fue tomada en horas de la mañana por vecinos afines al directorio encabezado por Hugo Jallaza, quienes buscaban “recuperar” las instalaciones y desplazar del cargo al también proclamado presidente Gustavo Chuquimia.
Lo que comenzó como una irrupción “pacífica”, según uno de los bandos, terminó abriendo paso a enfrentamientos, agresiones físicas, forcejeos, denuncias de robo de objetos personales e incluso el uso de artefactos explosivos, que pusieron en riesgo a estudiantes de la unidad educativa situada frente a la Fedjuve.
LA TOMA DE LA SEDE
Antes del mediodía, vecinos que respaldan a Jallaza ingresaron a la sede ubicada en la calle Washington, entre Murguía y Sucre. Al interior se encontraban solo cuatro personas del sector de Chuquimia, entre ellas la secretaria de la organización.
Minutos después del ingreso, Chuquimia denunció agresiones, aseverando que su persona “no se agarrara al cargo”. “Hemos trabajado, hemos hecho gestión. Pero ante insultos y humillaciones voy a dar un paso al costado”, señaló.
El dirigente afirmó que su decisión se debía al clima de maltrato y acusaciones constantes, asegurando que incluso su familia era objeto de ataques verbales y también advirtió que dejaría bajo responsabilidad de sus opositores toda la documentación interna.
Minutos después, Jallaza dio su versión del conflicto y negó hechos de violencia y aseguró que la toma de la sede respondía al incumplimiento de acuerdos previos por parte del sector de Chuquimia.
“Él firmó un documento con la mano y luego lo borró con el codo. Pedimos mesa de diálogo, pedimos un nuevo congreso y no respetaron. Llevaron adelante un congreso ilegal y fraudulento”, aseveró.
Jallaza insistió en que cuentan con la mayoría de los distritos y que la Fedjuve “había perdido toda credibilidad”, por lo que urgía un proceso de reorganización. “Si hay que ir a un nuevo congreso, tiene que ser lo más antes posible, no después de las subnacionales”.
Incluso mencionó que su directorio solicitará un informe económico sobre el movimiento de al menos 60 mil bolivianos generados por el alquiler de ambientes de la institución.
CONFLICTO EN LA TARDE
Lejos de tranquilizarse, el conflicto escaló en horas de la tarde y parte de la noche. En el exterior de la Fedjuve se produjeron empujones, lanzamiento de objetos, golpes y detonaciones de artefactos explosivos de baja potencia, utilizados por algunos vecinos en disputa.
Las explosiones generaron alarma entre los padres de familia y estudiantes de la unidad educativa ubicada justo frente a la sede. Varias detonaciones ocurrieron a pocos metros de la puerta del establecimiento, donde un grupo de padres pedía a gritos que los vecinos detuvieran la violencia para no poner en riesgo a los menores que aún se encontraban dentro.
Ante el incremento de la tensión, la Policía se vio obligada a intervenir para separar a los grupos y evitar que el conflicto pasara a mayores.
En la oportunidad, Chuquimia relató con mayor contundencia lo ocurrido por la mañana y enfatizó que la postura de su sector siempre fue mantener la oficina abierta para los vecinos y continuar con la gestión, especialmente de proyectos programados para febrero.
A su vez, reiteró que cualquier diálogo debe partir por una rendición de cuentas del sector contrario, aseverando que, de existir un diálogo, lo primero que su persona pedirá es que demuestren qué gestiones se han hecho en cuanto a proyectos para los orureños.
Las disputas entre ambos bandos continuaron hasta la noche, por lo que, la Policía tuvo que precintar la sede.
El conflicto deja un panorama incierto para la federación, con una clara división entre los distritos y la necesidad urgente de un diálogo que permita la unificación y la reconstrucción de la credibilidad de la Fedjuve.
