La denuncia de que un perrito habría sido agredido con agua hirviendo cerca de un local de venta de pollo provocó indignación inmediata entre vecinos y usuarios de redes sociales en Oruro.
Las fotografías y relatos difundidos encendieron la preocupación colectiva por el estado del animal, que desapareció tras el hecho y motivó una búsqueda nocturna encabezada por el Centro Municipal de Zoonosis (Cemzoor), la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma) y residentes del sector.
El responsable del Centro Municipal de Zoonosis, Rudy Ariel Carrasco, relató que personal de la unidad buscó al can durante toda la jornada, siguiendo alertas que llegaban de vecinos y de un periodista que también reportó el incidente. La situación generó tal nivel de inquietud que varias personas se sumaron espontáneamente al rastrillaje, temiendo que el perro estuviera herido de gravedad.
En ese sentido, a las 03:00 horas de la madrugada del viernes, una llamada vecinal permitió encontrar al perro en inmediaciones de la parada del minibús 17, en la zona San José. Allí se identificó además a un hombre que aseguró ser su propietario, quien fue notificado de igual manera.
Una vez rescatado, el perrito, de nombre Oso, macho, de aproximadamente cuatro años y de pelaje dorado, fue trasladado a una clínica veterinaria. El examen preliminar descartó quemaduras graves: ni su piel ni su pelaje mostraron indicios de daños severos.
Según mencionó el veterinario, la gran cantidad de pelo habría sido clave para evitar que el agua caliente le afectara directamente.
La noticia alivió en parte a quienes seguían el caso desde redes sociales, aunque también generó cuestionamientos sobre la necesidad de sancionar este tipo de agresiones, independientemente del daño físico ocasionado.
Aunque no sufrió quemaduras de gravedad, durante la revisión médica se identificaron otras patologías: un tumor venéreo transmisible, que suele desarrollarse tras meses de contagio, y una enfermedad inmunomediada que afecta principalmente la nariz del animal. Estas condiciones requerirán tratamiento especializado y quimioterapia.
SANCIONES PARA LA AGRESORA Y PARA EL DUEÑO
La investigación preliminar determinó que el perro sí tenía dueño, algo que el estado nutricional del animal ya hacía sospechar, por ello, tanto la mujer denunciada por arrojarle agua caliente como el propietario serán sancionados con una multa de 500 bolivianos.
Al mismo tiempo, el Centro Municipal de Zoonosis también realizará la verificación del domicilio de la agresora para evaluar si conviven otros animales y en qué condiciones se encuentran. La denuncia será remitida a la Fiscalía para que determine si corresponde abrir un proceso por maltrato animal.
