Mohandas Karamchand Gandhi (2 de octubre de 1869 – 30 de enero de 1948), conocido mundialmente como Gandhi, lideró el movimiento de independencia del país continental de la India (que en ese entonces incluía a Pakistán y Bangladés) frente al poderoso Imperio Británico. Su liderazgo fue único. Este movimiento de liberación no se llevó a cabo con espadas ni fusiles, sino completamente desarmado. El mundo presenció cómo un hombre semidesnudo (pues Gandhi vestía únicamente una tela ceñida a la cintura) sacudía al imperio más poderoso de la época sin siquiera levantar un dedo.
Gandhi condujo la lucha por la libertad de la India a través de los principios de la verdad, la no violencia y la no cooperación. Ninguno de sus seguidores recurrió a la fuerza contra los colonizadores, sino que insistieron en abstenerse de violencia incluso cuando eran golpeados por las autoridades. Fue una experiencia inédita para el mundo, que observaba con curiosidad cómo la India alcanzaba la independencia sin derramamiento de sangre. Gandhi no solo condujo a su propio país hacia la libertad, sino que inspiró a líderes mundiales como Martin Luther King en Estados Unidos y Nelson Mandela en Sudáfrica a desafiar con éxito a sus opresores para alcanzar los nobles ideales de libertad y liberación.
En el mundo de hoy, a pesar de todos los avances realizados por la humanidad, las crisis y las injusticias continúan imponiéndose: la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad; la pobreza, la desigualdad de género y las inequidades en salud; la guerra y el desplazamiento; así como las tensiones económicas de la inflación, el déficit y el desempleo, que pesan sobre todos, grandes y pequeños. Precisamente en tiempos como estos, los principios y enseñanzas de Mahatma Gandhi se presentan como un resguardo frente a las fuerzas del mal y la injusticia que se infiltran en nuestra realidad. Su compromiso con la búsqueda activa de la verdad (Satya), y su convicción de que incluso quien yerra solo está distanciado de ella y puede ser reconducido, junto con su adhesión a la no violencia, la empatía y el amor (Ahimsa), continúan siendo profundamente relevantes en la actualidad.
“No debes perder la fe en la humanidad. La humanidad es como un océano: si unas cuantas gotas están sucias, el océano no se ensucia”. Estas palabras nos recuerdan la fe perdurable de Gandhi en las personas, a pesar de sus fallas. Al igual que el Buda antes que él, Gandhi se apartó del camino asignado por su nacimiento para dedicarse a liberar a su pueblo de la opresión a través de métodos que aún inspiran movimientos en todo el mundo. Su célebre consejo, “odia el pecado, ama al pecador”, reflejaba su creencia de que el mal no surge de la esencia de las personas, sino de su alejamiento de la verdad. Combatir el mal no significaba aniquilar al que se equivoca, sino conducirlo pacientemente de vuelta a la verdad con amor y pensamiento activo no violento. En el aniversario de su nacimiento, cuando el odio penetra la vida pública, las guerras y los conflictos se multiplican y la muerte se acrecienta día a día en regiones asoladas por la inseguridad y el crimen, el llamado de Gandhi a la verdad y al amor, a la no violencia activa, nos habla con renovada urgencia.
Satya – Verdad
Para Gandhi, la verdad nunca fue pasiva; no se trataba solo de reconocer la realidad, sino de buscarla activamente, haciendo de la verdad el fundamento de la vida y de la acción. En esa búsqueda se encuentra el autocontrol, el crecimiento y una comprensión más profunda de uno mismo y de los demás. La tragedia surge cuando nos dejamos arrastrar lejos de la verdad, cuando la manipulación, el engaño y la distorsión nublan nuestra comprensión de la realidad. En el mundo actual, donde proliferan las noticias falsas, las redes sociales sin regulación, los discursos de odio y la disonancia y los sesgos cognitivos, el llamado de Gandhi a la verdad como ancla suprema —a la que identificaba con Dios mismo— se vuelve aún más indispensable.
Ahimsa – No violencia
Aunque suele traducirse como “no violencia”, Ahimsa va mucho más allá de la ausencia de daño físico. Gandhi practicó la resistencia no violenta a través del ayuno, la protesta y la desobediencia civil, pero también enfatizó que Ahimsa implica amor activo, compasión y un compromiso con la paz en pensamiento, palabra y obra. Este principio resulta sorprendentemente vigente hoy, cuando con facilidad nos dejamos consumir por el resentimiento, a veces incluso de forma justificada, hacia nuestro prójimo, nuestras sociedades o nosotros mismos. Gandhi sostenía que los pensamientos violentos acaban manifestándose en la conducta y la acción, moldeando el mundo a nuestro alrededor. El pensamiento no violento, en cambio, nos acerca a la verdad y a la paz. En este sentido, Ahimsa no es mera abstención; es una fuerza activa de compasión y caridad que abarca no solo a la humanidad, sino a todos los seres vivos afectados por nuestras acciones.
Liberación a través de la verdad y el amor
Para Gandhi, Satya y Ahimsa no eran meras herramientas para la liberación política, sino también para la liberación más profunda de la mente y del espíritu. Las revoluciones políticas que descuidan esta dimensión interior corren el riesgo de estancarse o fracasar, pues la libertad material no puede sostenerse sin verdad interior y compasión. Buscar la liberación únicamente en el plano material equivale a luchar con el corazón a medias; la verdadera libertad exige una revolución del pensamiento, arraigada en la verdad, la empatía y la no violencia activa.
Sin duda, acoger estos principios es difícil, tanto en lo individual como en lo colectivo. Es tentador descartarlos como idealistas. Sin embargo, la filosofía de Gandhi nunca fue simplista. No se trataba de un llamado a un optimismo ingenuo, sino a una disciplina rigurosa: la exigencia de que la acción sea inseparable de la verdad, y de que la no violencia comience en el pensamiento mismo. “El hombre no es sino el producto de sus pensamientos”, nos recordaba, resaltando el poder de la vida interior en la configuración del destino colectivo.
En este 2 de octubre, al conmemorar el nacimiento de un hombre justamente reconocido como el luchador por la libertad del mundo a través de la paz y el pensamiento, detengámonos a considerar las herramientas que nos ofreció. Las enseñanzas de Gandhi nos llaman a restaurar el orden en un mundo desordenado empezando por restaurar el orden en nosotros mismos. Su desafío intemporal continúa ante nosotros: encarnar en nuestras propias vidas el cambio que anhelamos ver en el mundo.
La Embajada de la India en La Paz, Bolivia celebra el aniversario del nacimiento de Gandhi en el Parque Mallasa el 2 de octubre para conmemorar su contribución al mundo, y como recordatorio de que sus principios son salvación para la humanidad y que ha llegado el momento de que todos los acojamos.