La muerte de Maykel, un adolescente de 15 años que se precipitó a un socavón en la histórica mina de Pulacayo, ha puesto en evidencia las condiciones de riesgo a las que se enfrentan muchas familias en la minería artesanal en Bolivia. El joven, que intentaba ayudar a su familia con las labores de traslado de mineral, perdió la vida en un accidente que subraya la vulnerabilidad de los menores y la falta de protocolos de seguridad en estas operaciones.
Según el informe policial, el cuerpo del adolescente fue encontrado sin vida la madrugada del domingo por su propio tío y otro trabajador. Maykel se precipitó unos 60 metros en la oscuridad del socavón. La familia, en un intento desesperado por salvarlo, lo trasladó al hospital de Uyuni, pero ya no presentaba signos vitales. La valoración del médico forense estimó que la muerte había ocurrido entre 10 y 12 horas antes de su hallazgo, lo que indica que el accidente se produjo durante la noche o la madrugada del sábado.
El caso de Maykel no es un hecho aislado. La participación de menores en la minería es un problema recurrente en el país, especialmente en las zonas rurales y con altos índices de pobreza. A menudo, los niños y adolescentes acompañan a sus padres o familiares a las minas para contribuir al sustento familiar, realizando tareas como el acarreo de mineral o la separación de rocas.
La Policía y la Fiscalía han iniciado una investigación sobre el hecho, pero el caso ha encendido una alerta sobre la necesidad de supervisar y regular las actividades en las minas artesanales para evitar que más tragedias como esta sigan ocurriendo.