
Por: Gabriela Keseberg Dávalos
La lucha de Viacha contra la contaminación nos recuerda que la indiferencia no es opción. La incesante disputa de los comunarios contra las mineras culminó este lunes 1 de septiembre en la toma de la alcaldía de Viacha. Pobladores de 61 comunidades se hicieron presentes para exigir que de una vez se les haga caso. Vienen alertando sobre la contaminación de basura y de cianuro desde hace años, con poco éxito y sobre todo poca comprensión de parte de las autoridades locales y regionales. El ministerio de medio ambiente y el gobernador de La Paz brillan por su ausencia.
La toma de la alcaldía, aunque no es una solución deseable ni definitiva, muestra la desesperación y la lucha solitaria de las comunidades. Aunque hubo algunas acciones para ayudarlos, como de la Defensoría del Pueblo y de colectivos ambientalistas, al final estas comunidades se quedaron desamparadas. Los paceños y alteños, tan cerca y tan lejos de Viacha, no les dimos el apoyo que necesitaban. Y sin embargo esta contaminación nos afecta también a nosotros. Los ríos que pasan por Viacha desembocan en el lago Titicaca. Cualquiera que coma trucha del lago, muy probablemente está siendo contaminado con los tóxicos que deja la minería, en su mayoría ilegal, en la zona. Incluso se podría decir que esto afecta al vecino país de Perú.
Lo que sucede en Viacha está pasando en todo el territorio nacional. Nuestras vertientes y fuentes de agua alrededor de la ciudad están en riesgo de ser contaminadas por la minería. El agua que llega a nuestras ciudades no es infinita, ni garantizada en su calidad. Los primeros afectados, los comunarios, están advirtiéndonos. Pero nadie toma acción. Lo mismo pasa en Yungas, en el Madidi y varias otras partes del país. La minería ilegal se ha vuelto un cáncer. Pocas autoridades le dan la atención debida al tema.
Los candidatos a la presidencia se enfocan sobre todo en la economía. Empero poco o nada se ha escuchado en sus propuestas de los graves temas ambientales que acechan la salud de los bolivianos. Desde los incendios hasta la contaminación del agua por la minería, las sequías y la desaparición de bosques, ningún candidato ha entendido la seriedad de esta crisis. La migración interna que estos cambios están generando y lo que significa para nuestra seguridad alimentaria, son ignorados o subestimados por las autoridades presentes y futuras. Niños hospitalizados o letárgicos por los metales en su cuerpo, animalitos ciegos y aguas negras, eso no es ficción; es realidad.
Como a muchos guardianes de la tierra a nivel mundial, también a los comunarios de Viacha se los amenazó (incluso de muerte) y se los trató de comprar. Pero el capitalismo extractivista sin escrúpulos no pudo con ellos. Aunque no soy fan de la toma de sitios ni de bloqueos de caminos, entiendo la desesperación y frustración de los comunarios. Se merecen nuestro apoyo, nuestra comprensión y una rápida resolución de estos problemas. Se merecen poder volver a vivir en un territorio limpio de contaminación de aire y agua.