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Patrimonio Arquitectónico y poder de la ignorancia

El Palacio de Comunicaciones / Cortesía

Por: El arquitecto Samuel Vásquez Montecinos

El Palacio de Comunicaciones, ubicado en Av. Mariscal Santa Cruz esquina Oruro fue designado, con sobradas razones, como uno de los edificios emblemáticos más destacados del Bicentenario de Bolivia por el Ministerio de Culturas y el Colegio de Arquitectos de Bolivia.

Es, sin duda alguna, Patrimonio Arquitectónico, Urbano y Cultural del siglo XX, por lo tanto, merece puesta en valor y tratamiento correspondiente a su alto nivel. Arquitectura Orgánica es su estilo, el mismo tiene como máximo referente al Arq. Frank Lloyd Wright, su base filosófica es la integración armónica de la edificación en el contexto humano y paisajístico, o sea que lo edificado debe ser organismo vivo que crece incorporado en el ecosistema. El proyecto estuvo a cargo de los eximios arquitectos bolivianos: Juan Carlos Calderón Romero (+) y Juan Carlos Barrientos Mercado. Inaugurado en 1988, es ahora conocido como Centro de Comunicaciones.  

El amplio atrio se constituía en ampliación de la Plaza del Obelisco, área de encuentro social y espacio previo al acceso al edificio, también contenía otra plaza pública ajardinada en la cubierta del bloque de Correos que fue diseñado con espacios adecuados, amplios y confortables. El Auditorio, de forma y función apropiadas, hacía gala de finos ornamentos inspirados en la cultura de Tiahuanaco. Respetando edificios icónicos próximos el volumen consideró un retranqueo o retroceso de la línea municipal de los bloques construidos El bloque principal vertical con amplio lobby interior está conectado con dos cuerpos, uno vertical con ascensores y otro de oficinas con líneas horizontales. Las oficinas, en su mayoría de plantas libres, flexibles y adaptativas. Sobre el lobby se tiene un espacio vertical vació que remata en un lucernario, al cual dan los balcones con vegetación de los pisos, un gran paño vidriado vertical permitía la visualización e interacción con el espacio exterior.

Después llegó la mala hora. El atrio fue avasallado con rejas metálicas, anulando el valioso espacio público. En el área se implantaron kioscos de mal gusto y un galpón desproporcionado que lleva el cartel de Emapa y viene a ser una prolongación del mercado que funciona en el interior invadiendo el espacio de Correos, este último no funciona como antes y sirve poco a la población a falta de profesionalismo en su administración. La plaza ajardinada dejó de ser pública. El Auditorio fue intervenido en su interior con gráficos coloridos inspirados en el Pachamamismo, aún en boga. El gran paño vidriado fue cubierto en toda su extensión con un megacartel publicitario luminoso.  Las plantas libres de oficinas fueron divididas y subdivididas con paneles antiestéticos para tener muchos cubículos estrechos y nada funcionales. En resumen: El Palacio de Comunicaciones fue convertido en todo lo contrario de su concepción y construcción.

Juan Carlos Calderón, el arquitecto más connotado del último medio siglo en Bolivia decía, con pesar, al ver las agresiones al Patrimonio Arquitectónico en Plaza Murillo: “El sinestro poder de la ignorancia”. Cuando la incultura su suma al poder político se llega a este triste y vergonzoso resultado. Autoridades nacionales y municipales, por acción u omisión, tienen responsabilidades en lo que acontece con el Patrimonio Cultural. La sociedad civil, particularmente entidades cívicas y profesionales, no tienen el vigor ni la unidad necesarias para poner freno a las agresiones a los bienes patrimoniales. Esto debe y tiene que cambiar.

El arquitecto y columnista, Samuel Vásquez / Visión 360
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