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La inestabilidad social en Bolivia golpea el turismo y la gastronomía

Simpatizantes del expresidente de Bolivia, Evo Morales bloquean distintas carreteras / EFE

La inestabilidad social en Bolivia, que se ha vuelto casi una constante, ha impactado severamente a sectores de la economía naranja, como el turismo y la gastronomía. Estos sectores apenas comenzaban a recuperarse tras la pandemia de Covid-19, pero ahora enfrentan nuevos desafíos debido a los conflictos políticos que han surgido este año en el país suramericano.

Conflictos internos en el MAS

Uno de los problemas sociales más graves en la actualidad proviene de la lucha interna dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido gubernamental. Esta disputa es entre la facción que apoya al presidente Luis Arce y la leal al exmandatario Evo Morales, quien busca controlar el Gobierno y el partido. A inicios de 2023, ya se habían producido bloqueos por parte de los «evistas» en respuesta a las elecciones judiciales y a un fallo constitucional que impide que Morales se postule nuevamente en las elecciones de 2025.

En este momento, estos sectores están bloqueando nuevamente en el centro del país, en protesta por una investigación penal que involucra al exmandatario en un caso de presunta trata de personas y estupro. Sin embargo, también argumentan que sus protestas son por la escasez de dólares y combustibles, así como por el aumento en los precios de algunos alimentos, entre otros problemas.

Impacto en el turismo y la gastronomía

Los sectores más perjudicados por esta situación son el turismo y la gastronomía, que ya habían sufrido un duro golpe durante la crisis política y social poselectoral de 2019, además de las restricciones impuestas durante la pandemia de Covid-19. Durante ese tiempo, la facturación en los restaurantes no superaba el 30%. A pesar de esto, los propietarios tuvieron que cumplir con sus responsabilidades hacia sus empleados y los bancos, según lo declarado por Ernesto Olivares, vicepresidente de la Cámara de Empresarios Gastronómicos de Bolivia (Cadeg).

El sector hotelero también se vio gravemente afectado. Antes de la pandemia, las tasas de ocupación oscilaban entre 60% y 80%, pero luego “se vino a pique” y experimentó un “colapso total” debido a las restricciones para los viajeros. Luis Ampuero, presidente de la Cámara Boliviana de Turismo (Cabotur), explicó que muchos en el sector tuvieron que endeudarse para cumplir con sus obligaciones.

Problemas recientes en la economía

Después de atravesar el peor momento, la situación comenzó a mejorar ligeramente para ambos sectores. Sin embargo, en el último año han surgido nuevos problemas, como la falta de dólares y combustibles, así como el aumento en los precios de algunos alimentos. Estas dificultades se han intensificado debido a los bloqueos de rutas que comenzaron el lunes.

Olivares destacó que los bloqueos están impidiendo la llegada de alimentos como pollo, arroz y azúcar, que se producen en gran escala en Santa Cruz, el motor económico de Bolivia. Esto ha resultado en un aumento de precios que, en muchas ocasiones, no vuelve a bajar. Los restaurantes han intentado mantener sus precios, pero ya no pueden hacerlo y, por lo tanto, han tenido que incrementarlos.

Consecuencias para los consumidores

El aumento de precios afecta directamente al consumidor final, que comienza a sentir el impacto en su economía. Al subir los precios, los clientes buscan alternativas, lo que significa que las facturaciones que antes alcanzaban el 100% ahora podrían caer al 70%. Olivares advirtió que el sector gastronómico es uno de los mayores generadores de empleo para los jóvenes, y que poner presión sobre este sector solo perjudica la ya frágil economía de La Paz y del país en general.

El turismo, por su parte, es un sector extremadamente frágil y volátil. Ampuero comentó que los turistas no suelen elegir viajar a lugares en conflicto, lo que resulta en cancelaciones de reservas. A pesar de que el turismo en otras partes de Suramérica ha comenzado a recuperarse, en Bolivia aún no se ha alcanzado el nivel de 2019, cuando llegaron 1.4 millones de turistas. Actualmente, se estima que la cifra está un 33% por debajo de ese número.

Resiliencia ante la adversidad

Ambos representantes, Olivares y Ampuero, coincidieron en que los sectores de turismo y gastronomía han desarrollado una notable resiliencia en un país donde la conflictividad social es casi patológica. Sin embargo, también hicieron un llamado urgente a todos los niveles del Estado para que se tomen acciones decididas que permitan el despegue de la economía naranja en Bolivia.

Fuente: EFE


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