Un gran número de seguidores del expresidente Evo Morales se encuentra marchando hacia La Paz, en una movilización que abarca 187 kilómetros. El actual presidente, Luis Arce, ha calificado esta acción como un intento de «golpe de Estado». Esta situación se desarrolla en un contexto de creciente tensión por el control del partido oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS), que se ha intensificado desde el inicio de la caminata hace 4 días.
Durante estos 4 días, Morales ha estado acompañado por hombres y mujeres que lo apoyan en su recorrido. En el primer día de la marcha, se produjo un enfrentamiento violento en la localidad de Vila Vila, donde mineros que apoyan al presidente Arce y a Morales se lanzaron piedras y petardos, resultando en personas heridas de ambos lados.
Morales, al salir de Pacatamaya, a 96 kilómetros de La Paz, afirmó: «Se han contratado barras bravas de oriente y delincuentes para enfrentar esta marcha». El expresidente estima que llegará a la capital el lunes por la mañana.
Acusaciones entre líderes
El presidente Arce ha confrontado a Morales de manera directa, acusándolo de querer «acortar su mandato» y de intentar un «golpe de Estado». Además, lo ha señalado por intentar imponer su candidatura presidencial «a las buenas o a las malas», a pesar de que existe una prohibición constitucional al respecto.
En respuesta, Morales declaró que «Lucho (Arce) es el verdadero golpista», argumentando que su gestión ha dejado a Bolivia sin dólares y sin combustible. «El combustible es como la sangre de la vena del cuerpo humano; si no hay combustible, todo se paraliza», afirmó el expresidente.
Reacciones del gobierno
Varios ministros de Arce han calificado la movilización como «la marcha de la muerte». Aunque Morales defiende que su caminata es pacífica, no ha especificado cuáles serán las acciones de sus seguidores al llegar a la sede del Gobierno boliviano. El expresidente insiste en que la marcha, que él ha nombrado «Marcha para salvar Bolivia», tiene como objetivo «defender la democracia» y no busca exigir su habilitación como candidato para las elecciones de 2025.
División en el MAS
La lucha por el control del MAS está afectando al país. Desde finales de 2021, Arce y Morales han estado en una disputa por el liderazgo del partido gobernante y del Ejecutivo boliviano. Esto ha llevado a que varios sectores sociales se dividan en grupos conocidos como «arcistas» y «evistas».
La división dentro del MAS ha obstaculizado el avance de proyectos legislativos necesarios para abordar problemas económicos urgentes. Además, los intentos fallidos del Tribunal Electoral para mediar en esta crisis política reflejan una situación compleja, donde ambos líderes buscan consolidar su poder dentro del partido sin lograr acuerdos claros.