Agosto fue nombrado como el mes de las ofrendas y agradecimiento a la Madre Tierra (Pachamama) porque concluye la primera temporada agrícola en el mundo andino. Según las comunidades indígenas, esta tradición tiene aproximadamente entre 2 mil y 3 mil años, desde que los pueblos originarios son agricultores.
La Pachamama se inserta dentro del ciclo agro pastoril a lo largo del año, dividiéndose en la época seca y en la húmeda. Durante la época seca se celebra a la Pachamama, donde se agradece lo cosechado en el período anterior del verano y se ofrendan comidas, hierbas, vino, alcohol, fetos de llama, cigarros, chicha, hoja de coca, sahumerio, entre otras cosas.
Don Walter Ayala, nos cuenta que el agradecimiento a la Pachamama representa fe y esperanza. Él heredó esta tradición de sus antepasados, ya que de niño su padre, Rosendo Ayala, realizaba este tipo de ceremonias dentro de la mina Santa Fe-Morococala, en Villa Santa Fe, en Oruro. Al haber sido un espectador en ese entonces, ahora practica esta tradición porque le va bien en la vida, ya que cree mucho en la Pachamama, el ser más generoso, como él la llama.
La Pachamama simboliza el espacio y el tiempo. Ahí se encuentran cuatro elementos importantes: el aire, el fuego, la tierra y, combinados todos ellos, la vida. La Pachamama es considerada como un ser vivo en la visión de los pueblos andinos, ya que estos la alimentan con sus ofrendas. Los pobladores de Los Andes centrales le dan mucha importancia a la Pachamama, esto sucede porque agosto marca el tiempo de siembra y las sociedades andinas rurales dependen de las cosechas y consideran importante darle de comer a la Tierra.
Al igual que muchos otros, don Walter celebra esta tradición el 1ro. de agosto de cada año. La ceremonia se realiza de diferentes formas, puede ser ceremonias comunitarias, personales o familiares. El lugar para realizar la celebración tiene que ser un sitio específico donde exista tierra y se abra la boca de la Pachamama para ofrendar para la energía y abundancia, además de agradecer por todo lo que da la Tierra durante el primer período agrícola.
Esta celebración se fue transformando con los años debido a los valores culturales que practican los pueblos andinos. Los rituales están en una especie de círculos concéntricos. Según Ayala, los pobladores de sitios andinos, a medida que se van alejando en el tiempo y en el espacio de ese núcleo sagrado, van transformándose. Consideran que no es lo mismo la ofrenda a la Pachamama que realizaron sus abuelos a lo que realizan hoy las personas creyentes de esta costumbre.
Don Walter también relata que durante la dictadura militar, la Pachamama estuvo invisibilizada. Absolutamente nadie del Estado la practicaba y estaban prohibidos estos rituales debido a la imposición de la religión católica occidental.
En la actualidad, esta ceremonia es considerada como la herencia de los ancestros. Ahora ellos ofrecen sus conocimientos de diferentes maneras. Dan gracias a la Madre Tierra por la cosecha, salud, amor y prosperidad a través de rituales. Por ejemplo, la mesa blanca es una ofrenda para pedir salud y es la más solicitada en las tiendas donde arman mesas de ofrenda. Con esa mesa despiden el tipo de enfermedad que tiene el creyente.
Según don Walter, el elemento que es icono de ofrenda en la actualidad, más que en el pasado, es el feto de llama o sullu, en aymara. Es la ofrenda de vida a la Madre Tierra y es fundamental para los rituales de agosto. Según las creencias ancestrales, la Pachamama abre su boca para recibir las ofrendas de agradecimiento junto con los pedidos de salud y bienestar económico.
La Pachamama recibe esta ofrenda como un intercambio de vida, por eso los sullus son importantes, ya que la grasa de llama se utiliza en las mesas blancas como símbolo de curación. El ritual central de la Pachamama es la Challa o Pago. Se lleva a cabo durante todo el mes de agosto y, en muchos lugares, también el primer y último viernes de cada mes. Otras ceremonias se llevan a cabo en momentos especiales, como al salir de viaje o al pasar una Apacheta.