Lejos de su país en guerra, la ucraniana Yaroslava Mahuchikh dio un salto que le puso una notable sonrisa en su cara porque consiguió el oro y la atención del publicó que la miró en el Stade France y en las cámaras de televisión, en el atardecer de ayer domingo.
Hace tres años, Mahuchikh no pudo conseguir el primer puesto del salto alto en los Juegos Olímpicos de Tokio donde no hubo público por la pandemia. Ayer, fue distinto, luego de abrigar sus piernas con una frazada que despertó curiosidad, ella con su estatura de 1.80 metros puso sus piernas en acción para que su cuerpo delgado vuele encima de la varilla puesta a 2 metros de altura. Pasó sin problemas, en seguida, con su atuendo deportivo llevando los colores azul y amarillo, ella repitió la acción de levantar sus brazos victoriosos que ya las lució en recientes competencias. Hace 28 días, también en París impuso el récord de 2.10 metros.
Mahuchikh fue invitada a sonar la campana de los vencedores instalada cerca de una de las curvas de la pista atlética. Muy cerca estuvo su compatriota Iryna Gerashchenko que alcanzó la medalla de bronce con su salto de 1.95 metros. Mientras tanto la australiana Nicola Olyslagers saludaba al público que también la aplaudió por su segundo lugar con registro de 2.00 metros.