Oruro

Gustavo Adolfo Nava Bustillo

Gustavo Adolfo Nava Bustillo / LA PATRIA

Si buscamos entre los nombres de aquellos bolivianos que aportaron de gran manera al país, encontraremos a Gustavo Adolfo Nava Bustillo, ingeniero de profesión, quien, por más de cuatro décadas, se dedicó a la formación de nuevos profesionales, con la seguridad que se debe apostar por las nuevas generaciones para el crecimiento de Bolivia.

Nacido en la ciudad de Oruro, nunca abandonó este departamento, porque sabía que desde acá podía aportar al país, estudiando desde nivel inicial, hasta el bachillerato en el Colegio Alemán, en esas épocas cuando los germanos estaban encargados de la enseñanza, recibiendo una educación rígida, que a la postre le sirvió para llevar una vida disciplinada.

En su formación profesional estudió en la Facultad Nacional de Ingeniería (FNI) de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), eligiendo la carrera de Ingeniería Eléctrica para especializarse. La elección de su profesión no fue difícil, ya que desde el colegio fue afín a las materias de física y matemática, y su paso por la facultad fue bastante tranquila, iniciando en la docencia casi inmediatamente al terminar la carrera.

Al ser formador por más de cuatro décadas de las nuevas generaciones, entiende que la juventud de ahora cambió su pensamiento con el transcurrir del tiempo, porque antes se pensaba más en el futuro, pero ahora son más inmediatistas, no planifican, hacen las cosas según se les presenten las cosas y después el tiempo dirá.

Y es que para el ingeniero Nava, esto viene desde la adolescencia, inclusive desde su niñez, porque se perdieron muchos valores, principalmente el respeto a las personas mayores. Se les enseñó todos los derechos que tienen, pero se olvidaron recordarles que también tienen obligaciones. Esto pasa desde el hogar, hasta los colegios, que deben enseñarles los valores, principalmente el respeto a los padres de familia.

Su paso por la universidad fue bastante difícil, porque atravesó un régimen militar, donde no existía mucha libertad, por lo que también fue parte de la lucha para recuperar la autonomía universitaria. Pero para Nava, estos momentos no fueron los más difíciles para Bolivia, porque después se vivieron hitos históricos más complicados, llegando hasta nuestra actualidad.

Su vocación por la docencia inició en su época como estudiante, porque en varias ocasiones ganó las ayudantías, donde empezó a diseñar una manera de enseñanza que le ayudó a ser uno de los docentes más destacados de la FNI, principalmente porque siempre tuvo ese desprendimiento de ofrecerles todo a sus alumnos, sin guardarse nada, transmitiendo todo lo que tenía.

Así como existieron muchas alegrías en las más de cuatro décadas de docencia, también se tuvo varios sinsabores, que posteriormente se convirtieron en anécdotas, que ahora le saca una pequeña sonrisa, como la siguiente.

“Un estudiante no puso su nombre en el examen, porque dio bastante mal, y en vez de poner su nombre puso ‘adivine’. Al revisar los exámenes me fijo y tenía un examen anterior, entonces lo que hice es buscar el tipo de letra y lo identifiqué. Después de un tiempo saque las notas, pero no publiqué de él, entonces se me acerca y me pregunta: ¿Ingeniero quisiera saber cuál es mi nota?, entonces le conteste ‘adivine’, se dio cuenta y se pidió disculpas, y quedó como una anécdota bonita”, recordó Nava.

Entre sus satisfacciones actuales, es que el cuerpo docente de la Carrera de Ingeniería Eléctrica de la FNI, el 80% han sido alumnos del ingeniero Nava, por lo que asegura que formó a formadores, dejando un gran legado después de su retiro de la docencia a principios de año.

Recordó cómo fue su despedida en su clase en aula, cuando su esposa e hijas le sorprendieron con un mariachi, recibiendo ovaciones y el cariño de muchos colegas y estudiantes.

Pero su vida profesional no estuvo limitada a la docencia, porque también aportó en proyectos importantes para el departamento, siendo parte de la Corporación de Desarrollo de Oruro (Cordeor) como ingeniero de diseño y supervisor de proyectos de electrificación rural (1987 a 1992), en la misma institución como jefe de departamento de energía y electrificación rural (1992 a 1998), en la Prefectura de Oruro como jefe de departamento de energía (1998), en el Municipio de Challapata en el proyecto Acallapu- Q’aqachaca, y en la Consultora Comel en el proyecto Subestación La Joya.

Además destaca que recibió a lo largo de su carrera varios reconocimientos, entre los que destacan el entregado por el Gobierno Autónomo Municipal de Oruro y el que le otorgó la Cámara de Senadores durante un acto en conmemoración del aniversario de la FNI, el 3 de julio.

Pero la vida de hombre siempre se completa con la familia, y cómo conoció a su esposa es una linda historia, porque cuando terminó la carrera de ingeniería, quizo complementar sus estudios en la Facultad de Economía, donde llegaría a ser compañero de aula de su pareja de toda la vida, Elizabeth Ivana Navarro Marañón, pero admite que no fue amor a primera vista, sino que le costó tiempo ser notado por su futura pareja y lo que ayudó en esto fue su desempeño académico.

Si bien su esposa asegura que no fue eso lo que le atrajo de él, si considera que le puso en su “radar” y después de culminar sus respectivas carreras, decidieron casarse y formar una hermosa familia con tres bellas hijas, Paola, Adriana y Valeria, quienes les llenan de mucho orgullo.

El mensaje que deja a la juventud es: “No pierdan los valores, recuperen los valores, que sean muy respetuosos de sus papás y sobre todo ser honrados y muy disciplinados en lo que hacen”.

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