Oruro es una tierra con muchos encantos de todo tipo, sin embargo, algo que siempre se hizo evidente fue la falta de áreas verdes. Por mucho tiempo la gente creyó que esto se debía a las características altiplánicas de esta región; no obstante, poco a poco se está demostrando que en la alta tierra de los Urus se puede plantar cualquier especie, incluso árboles frutales, contribuyendo así a reducir el déficit forestal actual.
ANTECEDENTES EN ORURO
De hecho, el deseo de embellecer la capital del folklore con árboles y plantas siempre estuvo presente, el ingeniero agrónomo Miguel Salas comparte que hay varios registros sobre cebada sembrada en la plaza principal 10 de Febrero a finales del siglo XIX. La llegada del ferrocarril en 1892 facilitó también el traslado de agua que permitió el desarrollo de los únicos dos espacios verdes que tenía la ciudad en ese entonces: la plaza principal y la plaza Manuel de Castro y Padilla.
Al representar los árboles toda una novedad, con el arribo del invierno se decidió protegerlos con adobe y yute; este suceso coincidió con la llegada de un diputado paceño quien, al ver estas estructuras, preguntó cuándo se revelarían las estatuas. Grande fue su sorpresa al aclararle que eran árboles y, tras una risa burlesca, dijo: “Los orureños jamás tendrán árboles, es mejor que los hagan de hojalata y los pinten de verde”, según narra el libro ‘Oruro del 900’ de Jorge Fajardo.
Salas explica que, evidentemente, por las condiciones climáticas de Oruro básicamente se experimentó para saber qué especies se adaptaban al altiplano, fue así como en 1904 el Concejo Municipal mandó a Arístides Luján, intendente de Oruro, a traer arboles de Cochabamba; él llegó con 40 manzanos que resultaron ser los primeros árboles frutales plantados en Oruro, específicamente en la plaza principal, y que vivieron hasta la década de los 60.
Desde entonces en Oruro prosperó el ciruelo, la guinda, la pera y en algunas casas incluso uva y plátano; no obstante, la manzana fue lo que mejor se adaptó al altiplano; el ingeniero forestal Américo Rodríguez remarcó que este árbol frutal se aclimató tan bien que en la localidad orureña de Huari se hace la “Feria de la manzana” hace más de 60 años, donde se muestra la producción obtenida de su basta cantidad de árboles.
INICIATIVAS CIUDADANAS
El exitoso plantado de los manzanos en específico, sumado a su presencia en la plaza principal durante el siglo pasado, de alguna u otra forma inspiró a los vecinos a intentar plantar algo también. Ese fue el caso de los hermanos Mary y Juan Mendieta, cuya familia está relacionada con las plantas y árboles desde hace tres generaciones.
La casa de Juan está ubicada en la Urbanización Milenium, un lugar árido donde predomina la tierra y lodo, sin embargo, su patio contrasta con un intenso verde y árboles de membrillo, manzanas, peramotas, duraznos, damascos, ciruelos albarillos e incluso choclo, su más reciente logro.
La gran producción de los hermanos Mendieta es gracias al abono que utilizan y ellos mismos producen: una mezcla de materia orgánica, aserrín y estiércol de oveja que, una vez procesada, se convierte en una gran fuente de nutrientes para las plantas. Este proceso y sus resultados los hizo merecedores de un galardón en el Primer Concurso de Jardines y Árboles Frutales en 2013.
Mostrando lo que ellos lograron en el patio de su casa, los hermanos Mendieta quisieron animar a los orureños a plantar un árbol en su puerta o por lo menos una flor en su jardín, ya que ellos volvieron a demostrar que se puede plantar prácticamente cualquier cosa en Oruro sin importar las características altiplánicas; además, los beneficios no solo serían estéticos, sino para la salud y el medioambiente.
FALENCIAS
Pues, en efecto, Oruro atraviesa un alarmante déficit forestal. Normas internacionales establecen que cada persona debería tener entre nueve a 12 metros cuadrados de área verde, también al menos diez arboles por habitante; si bien es cierto que esto no se cumple en la mayoría de los casos, existen ejemplos extremos como el orureño, donde no se tiene ni medio árbol por ciudadano.
Según el último censo forestal realizado en 2015, Oruro tenía aproximadamente 34.000 árboles, sin embargo, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2012 había 264.943 habitantes. Estos datos muestran que debería haber, al menos, 2.6 millones de árboles, pero con las cifras actuales se llega solamente al 1,31% de lo requerido.
Ante esta situación, las autoridades desde hace años intentan constantemente potenciar el plantado de árboles en Oruro mediante campañas de forestación, no obstante, la falta de educación de la gente en el tema y la preparación inadecuada en el proceso hace que, en promedio, de 10.000 plantines solo sobrevivan la mitad.
ALTERNATIVAS
Por esta razón, poco a poco la gente comenzó a organizarse para realizar cambios, resultado de esto nacieron los Fruticultores en acción, un colectivo que se dedica a plantar árboles frutales en espacios públicos; trabajan con todo tipo de especies, desde las más comunes hasta las más exóticas, y han logrado resultados positivos con más de 20 proyectos en toda la ciudad.
Hace pocos días, impulsados por su voluntaria Celeste Salas, comenzaron una campaña para plantar árboles frutales en diferentes colegios de la ciudad empezando por el Colegio Anglo Americano. Freddy Flores, miembro del colectivo, enfatizó en que Oruro es totalmente capaz de conservar árboles frutales y que el clima, lejos de ser un impedimento, es una ventaja.
Los ingenieros Salas y Rodríguez corroboraron este hecho, pues los frutos necesitan las llamadas horas frío para culminar su proceso de cuajado; además, explicaron que, a diferencia de las zonas vallunas y orientales, en Oruro no se tiene que lidiar con plagas como insectos y hongos que atacan los frutos, por lo que los árboles frutales se desarrollan sin tanto riesgo, siempre y cuando tengan los cuidados adecuados.
HERRAMIENTAS NECESARIAS
Es evidente que, como cualquier árbol, los frutales necesitan preparación y cuidado especialmente en Oruro; los hermanos Mendieta y los Fruticultores enfatizaron en la importancia del abono y compostaje al plantar los árboles para un mejor desarrollo.
No obstante, el ingeniero Rodríguez analizó la necesidad de mirar incluso más allá y comenzar a utilizar recursos como la biotecnología; él ya ha mostrado en Oruro el uso de hormonas para acelerar el crecimiento como auxinas y otros ejemplares, tecnología que se usa en otras partes del mundo desde la década de los 50, pero que Bolivia se niega a implementar.
Esto se debe, entre otros factores, al desconocimiento de la gente y a su resistencia a consumir alimentos que hayan sido sometidos a procedimientos de este tipo; no obstante, el ingeniero forestal enfatizó en que no se trata de frutos transgénicos, simplemente de hormonas que ayudan a acelerar la producción e incluso protegen al árbol en las condiciones climáticas de Oruro, que a veces pueden ser muy extremas.
Rodríguez reconoció que aplicar esta tecnología tiene un costo económico considerable, pero a largo plazo de todas formas sería más eficiente y rentable; actualmente el manteamiento de un solo árbol le cuesta al municipio entre 200 y 500 bolivianos, según aseguraron autoridades previamente.
Por su parte, el ingeniero Salas explicó que se necesitan incluso cambios normativos, pues la Ley Municipal 034 fijó el Día del Árbol el 1 de octubre y es cuando se impulsan la mayoría de las campañas de forestación; sin embargo, este es el peor momento porque no hay lluvias y por eso las campañas fracasan. Según el profesional, lo correcto sería trasladar este día conmemorativo a noviembre y potenciar el plantado de árboles por más de una semana, eso garantizaría mejores resultados.
CAMBIO DE MENTALIDAD
Oruro ha perdido muchas oportunidades de potenciar el plantado de árboles frutales, uno de ellos es el vivero de la extinta Corporación Regional de Desarrollo de Oruro (Cordeor), que pasó de ser uno de los más exitosos a quedar totalmente abandonado.
Ante el déficit forestal, las necesidades de la gente y los efectos del cambio climático, se hace urgente optar por estrategias analizadas por profesionales que brinden una solución; es en este escenario que los árboles frutales ya se están posicionando como la mejor opción, pero para eso se necesita un cambio de mentalidad.
El ingeniero Salas explicó que, en primera instancia, Oruro ya no necesita álamos u olmos, que ensucian las calles con sus hojas e incluso causan daños a las aceras con sus raíces; en su lugar hay que apostar por árboles de hoja perenne y, obviamente, los frutales; no obstante, enfatizó en que el ejemplo debe nacer desde las autoridades.
“Debemos volver a plantar manzanos y duraznos en las plazas y parques, una vez que veamos que los frutales dan fruto, otra vez nos sorprenderemos al ver que la historia no se equivocó, mostrando que cuando hay voluntad no afecta la altura o el frío, el orureño siempre se dio modos para hacer florecer su tierra”, manifestó el profesional.