Con una renuncia colectiva, el directorio del club Palmaflor, perteneciente al sector de los cooperativistas mineros, dio un paso al costado con la finalidad de dar el control de la institución a los dirigentes cocaleros del Trópico en unas elecciones, que serán coordinadas con el Comité Electoral de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF).
La decisión de cambiar la sede de Palmaflor de Quillacollo al Trópico fue el principal problema que argumentaron los dirigentes cooperativistas, razón que generó dificultades para coordinar reuniones entre dirigentes o estar al tanto del equipo.
Esta renuncia fue presentada este miércoles en una asamblea de socios cooperativistas, decisión que se elevará al Comité Electoral de la FBF para que convoque a las elecciones en un plazo de 45 a 60 días. De momento, el dirigente Vicente Choque Figueroa hará la representación del club en las reuniones de la Federación.
“Hemos cooperado, hemos dado nuestros mejores oficios y nos ha tocado pasar por momentos difíciles. Creemos que los amigos del Trópico van a regularizar esta situación”, declaró Denar Sarzuri, presidente saliente, en referencia a los problemas económicos que atraviesa la entidad y las deudas con los futbolistas.
El peligro de perder la categoría en el profesionalismo ha causado preocupación en Sarzuri y sus acompañantes, pero considera que hay tiempo para revertir este panorama, a través de la elección de un nuevo directorio, aclarando que no hay la intención de permanecer en el cargo y dar espacio a que los dirigentes cocaleros asuman por completo la administración de Palmaflor.
En la asamblea, Sarzuri recordó que la historia de Palmaflor comenzó en 2017, ascendiendo desde la Asociación y llegando a la Copa “Simón Bolívar”, torneo que ganó para llegar a la principal categoría, con el entrenador Humberto Viviani al mando, y se destacó que en este corto tiempo se clasificó en dos oportunidades a la Copa Sudamericana.
Este es el peor año de Palmaflor en la parte económica y futbolística, desde que el sector cocalero asumió el mando como parte de una transferencia que quedó inconclusa y que llegó a ser un obstáculo para facilitar las funciones.