Por tener una Navidad feliz, los niños y niñas en situación de calle junto a sus familias llegaron hasta la ciudad de Oruro para trabajar y ganarse algunos centavos con el objetivo de comprarse un juguete o ropa.
A días del 25 de diciembre, en las frías calles orureñas se aprecia una mayor cantidad de familias que llegan del campo para trabajar y en otros casos pedir limosna, aprovechando la temporada navideña y la afluencia del comercio.
A su vez, las personas del campo y en situación de calle se benefician de la solidaridad de las diversas instituciones y medios de comunicación que año tras año acostumbran realizar campañas solidarias, para recaudar fondos en favor de dicha población.
LEONARDA Y LIDIA
Leonarda de diez años y Lilian de nueve son dos tiernas hermanitas que caminan juntas por las diferentes calles de la ciudad y centros de abasto vendiendo curitas.
Para esta Navidad, las pequeñas niñas intensificaron la venta de curitas para comprarse juguetes, principalmente unas muñecas y ropa, ya que lo que ganan normalmente no les alcanza para comprarse un regalo.
“Vendemos porque queremos comprarnos, no nos alcanza para comprarnos ropa para esta Navidad para año nuevo más. El año pasado en Navidad hemos ido por todos los canales con mi mamá, pero ahora no vamos a poder ir a todo lado porque mi mamá no va a dejar que vayamos”, dijeron las hermanas.
ELIZABETH
Elizabeth, una joven madre de Nelson de tres años y Cinthia de uno, llegó desde el campo a la ciudad para dedicarse a la venta de pañuelos desechables y chicles, desea un cochecito de juguete para su pequeño hijo.
Con lágrimas en los ojos, Elizabeth lamentó la difícil situación que atraviesa la cual la obliga a salir a las calles para ganarse algunos centavos; sin embargo, la venta no es de las mejores y apenas alcanza a ganar 30 bolivianos al día.
IRINIA
Irinia una persona de la tercera edad pasa los fríos días pidiendo limosna para mantener a su pequeña nieta de cinco años, esperando recolectar lo suficiente para comprarle ropa abrigada en esta Navidad.
Pese a las inclemencias del tiempo y al dolor que le impide caminar, Irinia continúa pidiendo algunos centavos en las calles, deseando algún día poder descansar.