Al menos una quincena de niñas son vendidas en el Oeste de Afganistán por sus familias para no morir de hambre, tal es el caso de Farishteh de seis años y Shokriya de un año y medio que sin ser consientes han sido entregadas por dinero a familias de sus futuros maridos, también menores de edad.
Sus compradores desembolsaron 3.350 dólares (2.870 euros) por la mayor y 2.800 dólares (2.400 euros) por la menor.
Una vez que se haya pagado la suma total, lo que podría llevar años, las dos niñas tendrán que despedirse de sus padres y de este campamento de desplazados internos en Qala-i-Naw, capital de la provincia de Badghis, donde la familia, originaria de un distrito vecino, ha encontrado refugio para salir adelante.
En los campos de refugiados y pueblos, los periodistas de la agencia de noticias AFP identificaron por lo menos una quincena de niñas obligadas a proceder de esta manera por sumas de 550 a 4.000 dólares (430 a 3.447 euros) para sobrevivir, reportó la Radio Francia Internacional.
Otro caso es el de Zakereh, de tres años quien fue vendida por su familia para saldar sus deudas, la menor será casada con Zabiullah, el hijo del tendero (encargado) de los campamentos del lugar. Entre tanto, el padre de su futuro esposo ha decidido esperar hasta que ella tenga la edad suficiente para llevársela con ellos.
«No estoy contento de haber hecho esto, pero no tenemos nada para comer ni beber (…). Si sigue así, también tendremos que vender a nuestra hija de tres meses», expresó la madre de las pequeñas, Sabehreh.
Un calvario interminable
En otro campamento en Qala-i-Naw, Mohammad Assan seca sus lágrimas mientras muestra fotos de sus hijas Siana, de nueve años, y Edi Gul, de seis años, que se marcharon con sus respectivos maridos jóvenes lejos de la ciudad.
«Nunca las volvimos a ver. No queríamos hacer esto, pero teníamos que alimentar a los otros hijos», explicó Assan.
Assan también tiene que pagar el cuidado de su esposa enferma, sigue endeudado. Hace unos días, empezó a buscar un comprador para su hija de cuatro años.
Es un calvario interminable para las madres: la decisión de vender a su hija, la espera hasta su marcha, a menudo durante años hasta que las hijas tengan diez o 12 años, y luego la separación.
La edad mínima legal para que las niñas se casaran era de 16 años bajo el Gobierno anterior, antes de que los talibanes tomaran el poder en agosto.
Según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) de 2018, el 42 por ciento de las familias afganas tiene una hija que contrae matrimonio antes de los 18 años. Principalmente, por razones económicas, porque el matrimonio a menudo se considera un medio para asegurar la supervivencia de una familia.
Sin embargo, las niñas que se casan temprano también corren un grave riesgo, desde un parto complicado hasta violencia doméstica o familiar.
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