Ha desaparecido uno de los colosos del periodismo de Oruro. Se extrañará el semblante de la elocuencia en sus intervenciones; al intransigente adalid de los intereses regionales en cuya voz contenía el sentimiento popular de un departamento postergado. Falleció, la pasada jornada, don Jorge Barrientos Zapata, maestro del periodismo orureño, forjado entre el plomo de la antigua tipografía de imprenta y la escuela dorada de la radiodifusión.
Es complejo glosar el homenaje para un personaje a quien no le interesó hablar de sí mismo. Reservó en la intimidad de su familia los logros de una trayectoria edificada desde los cimientos.
Estudió el nivel primario en la Escuela “Jorge Oblitas” y luego el secundario en el Colegio “Nacional Simón Bolívar”. Como buen orureño cumplió su servicio militar en el Regimiento “Camacho”.
Carrera
Si bien estudió los primeros años de la carrera de derecho, optó por seguir la vocación del periodismo en las páginas del diario “La Prensa” de La Paz y luego en el matutino “LA PATRIA” de Oruro.
Hizo radiodifusión en la recordada emisora “El Cóndor”, del trabajador ferroviario, entre una pléyade de periodistas que formaron el departamento de prensa.
Muy joven comprendió la necesidad de formar el Sindicato de Trabajadores de la Prensa, en cuyas reuniones preparatorias fue testigo y partícipe, para el nacimiento de esta entidad que hoy constituye un escudo de contención ante las cobardes amenazas a la libertad de expresión, del que fue uno de sus más severos defensores.
Su acento vivo y categórico, además de su consagrada autoridad moral y profesional, lo llevaron a ser elegido Secretario Ejecutivo del Sindicato de la Prensa durante siete gestiones desde 1971 al 2008.
Jamás renunció a su verbo crítico desde la alta tribuna del periodismo. Siempre serán recordadas sus intervenciones de amonestación en el foro del interés público de un departamento sometido a dictamen oportunista de las autoridades de turno.
Fue elegido Presidente del Comité Cívico de Oruro, cuando esta entidad aún conservaba inalterable sus principios apolíticos y su legitimidad preservada por la integridad ética de sus representantes.
En la dictadura de García Meza, desde su confinamiento en San Joaquín se dio modos para informar lo acontecido, desafiando con el arma de la verdad a la horrorosa bota militar.
Mediante las ondas de Radio Panamericana mantuvo al tanto del acontecer noticioso, ratificando día a día su compromiso con la sociedad.
Escribió innumerables cartillas para el periódico LA PATRIA y luego pergeñó inolvidables reportajes para el periódico Hoy y “Presencia”. Don Jorge, conservaba asimismo una invaluable hemeroteca de sus trabajos y de cuanto periódico documentara la historia de esta ciudad.
Ejercicio
En esta apretada síntesis, no podemos omitir su participación en el ejercicio público. Fue Alcalde Municipal de Oruro en 1987, en una época cuando el precario erario edil tenía que distribuirse en las más básicas necesidades, supeditadas a una defectuosa gobernabilidad en asedio de los partidos políticos. Más tarde en 1995 fue concejal munícipe.
Fue Senador por Oruro y nombrado Primer Vicepresidente de la Cámara de Senadores en 1989 a 1992, cuando las diferencias se esgrimían con ideas y razonamientos jurídicos, no como ahora en el pugilato ordinario de un parlamento dividido entre disfrazados y políticos.
Don Jorge concedió siempre su palabra correctiva y orientadora a las jóvenes generaciones de periodistas. Durante los últimos años dirigió la revista radial “Gente en Acción” por Radio Gente y asistió a cuanto acontecimiento requería abordar la lucha intransigente por la libertad de prensa, el periodismo y la problemática regional.
Queda reservado en el núcleo familiar e íntimo, las enormes satisfacciones de una vida austera y disciplinada como era la de don Jorge Barrientos Zapata. Será muy sentida su ausencia en los actos públicos en cuyas intervenciones apreciábamos su experta oratoria, proveniente de los libros y la formación de una vasta cultura. La estela luminosa de su camino ahora despega hacia horizontes distantes, dejándonos en la memoria, los inalterables recuerdos de una infinita contemplación. Paz en su tumba.