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Hezbollah y sus actividades ilícitas en América Latina

Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, en las pantallas de televisión, en Beirut, 19/9/2024 / EFE

Por: Henry Rodríguez / Latinoamérica21

Hezbollah, el grupo militante chií libanés, ha mantenido una presencia en América Latina desde la década de 1980 utilizando la región como base para la recaudación de fondos y operaciones terroristas. ¿Cómo operan y cómo se puede abordar esta problemática?


La infraestructura financiera de Hezbollah en América Latina se sostiene sobre actividades ilícitas como el narcotráfico, la falsificación y el contrabando. Estas actividades generan ingresos significativos y proporcionan un medio para el lavado de dinero. Al mismo tiempo, el grupo se integra en sectores económicos legítimos, utilizando empresas fachada y asociaciones comerciales para ocultar sus operaciones ilegales.


El especialista en terrorismo Emanuele Ottolenghi, senior fellow de la Fundación para la Defensa de las Democracias, afirma que “la presencia de Hezbollah en la región ha sido facilitada por la diáspora libanesa, que proporciona una red de apoyo cultural y financiero”. Lugares como la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay se han convertido en focos de actividad para Hezbollah, con consecuencias directas para la seguridad de estos países.


Ottolenghi también señala que el grupo cuenta con apoyo desde las comunidades de su diáspora global para construir redes de lavado de dinero e invertir recursos a través de su iniciativa Dawa Global, que mantiene la lealtad de la diáspora y su apoyo concreto. Estas inversiones incluyen fondos para mezquitas, escuelas, centros culturales, movimientos de jóvenes y asociaciones de beneficencia. La organización envía clérigos, instructores y maestros para liderar estas instituciones, garantizando el adoctrinamiento de las comunidades y su continua lealtad.


Este sistema ha facilitado que algunas comunidades estén culturalmente alineadas con los objetivos de Hezbollah. Se trata de una estrategia multifacética que asegura un flujo constante de recursos y apoyo, y le permite operar con relativa impunidad en la región. Como apunta Ottolenghi, la infraestructura social que sostiene a Hezbollah es fuerte y su influencia es cada vez más expansiva.


La universidad que exporta la Revolución Islámica


Añadamos un poco de contexto. El régimen iraní comenzó a ganar terreno en América Latina poco después de la Revolución Islámica de 1979. En 1983, el clérigo Mohsen Rabbani fue enviado a Argentina para dirigir la Mezquita Al-Tawhid en Buenos Aires, marcando el inicio de una influencia profunda en la región que culminó con el atentado de la AMIA en 1994. Tras regresar a Irán, Rabbani estableció el sistema de adoctrinamiento más organizado del régimen en el extranjero, con América Latina como su principal objetivo a través de la Universidad Al-Mustafa, fundada en 2007 en Qom por orden del Líder Supremo Ali Jamenei.


Con un presupuesto anual de 74 millones de dólares, la Universidad Al-Mustafa se ha convertido en un centro de difusión de la ideología del jomeinismo. La institución entrena a clérigos de todo el mundo para propagar la ideología chiíta revolucionaria y sirve como principal centro de reclutamiento y formación para conversos extranjeros. Un departamento específico dedicado a América Latina, el Instituto Cultural Islámico Americano, dirigido por Mohsen Rabbani, selecciona discípulos y distribuye textos en español y portugués. Esta estructura asegura un flujo constante de recursos y mantiene la lealtad de las comunidades mediante inversiones en mezquitas, escuelas y centros culturales.


IranWire resalta que la estrategia de Al-Mustafa es metódica: con un generoso paquete de incentivos financieros, se atrae a estudiantes internacionales, quienes reciben apoyo económico para sus estudios en Irán y en sucursales en el extranjero. Un gran porcentaje de ellos son latinoamericanos, que luego se encargan de propagar las doctrinas de la Revolución Islámica, creando centros culturales y partidos locales alineados con Hezbollah. Las actividades de Al-Mustafa, que incluyen reclutamiento para milicias extranjeras, han llevado a sanciones por parte del Departamento del Tesoro de EE.UU., que advierte sobre su papel en la estrategia global de Irán para exportar su ideología y extender su influencia.


No solo se trata de adoctrinamiento. Hezbollah ha sido señalada como responsable de diversos ataques en América Latina, siendo los más conocidos los perpetrados en Argentina durante la década de los 90.


Operaciones financieras y criminales


La creciente amenaza que representa Hezbollah en América Latina está vinculada a sus actividades de narcotráfico y lavado de dinero. Según resalta la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), a través de operaciones como Project Cassandra y Operation Cedar, se ha revelado la profundidad de la participación de Hezbollah en el crimen organizado, utilizando redes complejas para lavar dinero proveniente del narcotráfico.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades internacionales, la operatividad de Hezbollah en América Latina sigue siendo robusta, con incidentes recientes en Brasil que han demostrado su capacidad de planificar ataques terroristas. La colaboración con cárteles de drogas en América Latina ha fortalecido sus capacidades logísticas y financieras, una problemática agravada por la falta de designación como organización terrorista en varios países de la región.


Precisamente, la Triple Frontera se ha convertido en un epicentro del lavado de dinero para Hezbollah. Allí, el grupo aprovecha la porosidad de las fronteras y la debilidad de los controles financieros para blanquear millones de dólares anualmente, utilizando empresas fachada, casas de cambio y casinos para lavar dinero proveniente de actividades ilegales, como el narcotráfico y las extorsiones.


Por su parte, para fortalecer sus redes financieras, Hezbollah ha establecido vínculos con cárteles de drogas mexicanos y grupos terroristas locales, como las FARC en Colombia, colaboraciones que facilitan el tráfico de drogas y armas. De este modo, utilizan rutas de tráfico de drogas ya establecidas en América Latina para transportar cocaína y metanfetamina hacia Europa y Medio Oriente. Las ganancias de estas acciones son incalculables para la organización.


En Venezuela, al mismo tiempo, ha incursionado en la minería ilegal, explotando minas de coltán, un mineral estratégico utilizado en la fabricación de componentes electrónicos. Esta actividad, otra de las sustanciosas fuentes de financiación de la organización en la región, se beneficia de la corrupción y la falta de control estatal en Venezuela para explotar ilegalmente recursos naturales, según lo expuso la ONU en un informe.


Desafíos y respuestas


La capacidad de los países latinoamericanos para combatir eficazmente las actividades de Hezbollah se ve limitada por la falta de designación del grupo como organización terrorista en muchos países de la región. Solo Argentina, Colombia, Guatemala, Honduras y Paraguay la han designado oficialmente como una organización terrorista, y esta falta de consenso regional ha dificultado la implementación de políticas efectivas y coordinadas para combatir la influencia del grupo y sus actividades ilícitas en América Latina.


Por tanto, es imperativo que los países de América Latina fortalezcan sus capacidades de aplicación de la ley para detectar, detener, desmantelar y disuadir las operaciones criminales y financieras. Esto incluye mejorar la formación y los recursos de las fuerzas de seguridad y la inteligencia, así como fomentar la cooperación entre las agencias de seguridad de diferentes países.


El cumplimiento de la política criminal local y regional en torno al lavado de activos y la financiación de grupos terroristas puede ser otra fórmula viable para contrarrestar la amenaza de Hezbollah en la región. En la medida en que los países trabajen juntos para crear un frente común contra estas actividades ilícitas, implementen leyes más estrictas y aseguren que se apliquen de manera efectiva, será posible establecer mecanismos de control y sanción que puedan disuadir las operaciones de esta organización y cerrar los canales financieros y logísticos que sustentan sus actividades terroristas.


Si bien Hezbollah ha establecido una presencia robusta en América Latina, utilizando la región como base para financiar sus operaciones globales y llevar a cabo ataques terroristas, la cooperación internacional y el fortalecimiento de las capacidades locales de aplicación de la ley son esenciales para contrarrestar esta amenaza. Solo a través de un esfuerzo conjunto y coordinado se podrá enfrentar eficazmente la amenaza que representa Hezbollah en la región, garantizando así una mayor seguridad y estabilidad en América Latina.

Henry M. Rodríguez es Doctor en Políticas Públicas por la Universidad IEXE (México). Investigador en la Organización de Estados Iberoramericanos OEI. Asesor organizacional de corporaciones policiales de México y consultor en seguridad pública y privada.


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