El 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha que busca visibilizar esta problemática y fomentar acciones para su prevención. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 720.000 personas pierden la vida por suicidio cada año, siendo este fenómeno especialmente grave en países de ingresos bajos y medios. En Argentina, entre abril de 2023 y abril de 2025, se registraron 15.807 intentos de suicidio, lo que equivale a un promedio de 22 intentos diarios. Este problema afecta principalmente a jóvenes de 15 a 24 años.
“El suicidio es una crisis de salud pública que trasciende fronteras”, afirma la doctora Linda Cozzarin (MN 153060), médica psiquiatra del equipo de Psiquiatría de INECO. Este problema impacta mayormente a los jóvenes, siendo la tercera causa de muerte entre personas de 15 a 29 años. Aunque las mujeres presentan más intentos de suicidio, los hombres son cuatro veces más propensos a quitarse la vida.
Un informe del Ministerio de Salud de la Nación indica que entre abril de 2023 y abril de 2025 se notificaron 15.807 intentos de suicidio, lo que resalta la gravedad de esta situación. El grupo etario más afectado son los adolescentes y jóvenes, lo que se alinea con las tendencias globales.
Factores de riesgo y protección
Entender la complejidad del suicidio implica identificar tanto los factores de riesgo como los de protección. Entre los factores psicológicos se encuentran la depresión, los trastornos de ansiedad y el abuso de sustancias. A nivel social, el aislamiento y los conflictos familiares también juegan un papel importante. Además, existen factores ambientales como problemas económicos y el acceso a medios letales.
El comportamiento suicida rara vez ocurre sin señales de advertencia. Las señales verbales pueden incluir comentarios sobre querer morir o sentirse sin esperanza. Las señales conductuales pueden manifestarse en el alejamiento de seres queridos o cambios drásticos en el estado de ánimo.
Desmitificando el suicidio
Es crucial desarmar los mitos que rodean al suicidio, ya que estos pueden impedir la acción. Hablar abiertamente sobre el tema puede reducir el peligro; muchas personas que intentan suicidarse han dado señales previas que deben tomarse en serio.
El caso de Bolivia
En Bolivia, el suicidio ha dejado de ser un tema invisible. Con cifras preocupantes entre adolescentes y poblaciones vulnerables, el país avanza hacia una respuesta estructurada al validar su primer Plan Nacional de Prevención del Suicidio. Este esfuerzo está respaldado por el Ministerio de Salud y Deportes, con apoyo técnico internacional.
“Las redes de apoyo son clave”, comenta Héctor Ojeda, asesor en salud mental. “Por eso este plan busca llegar antes e intervenir a tiempo”. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que los suicidios son prevenibles con intervenciones oportunas basadas en evidencia.
Estrategia integral de prevención
El plan propone una estrategia integral que va más allá del abordaje clínico tradicional e incorpora sectores como la educación y las comunidades en la prevención. Se contempla capacitar al personal sanitario para la detección temprana y el seguimiento de casos.
Este documento estratégico fue elaborado de manera participativa con instituciones clave como UNICEF y OPS/OMS. Entre los resultados esperados se encuentra su aprobación oficial mediante Resolución Ministerial y la implementación progresiva en los servicios de salud.
Cambio cultural sobre el suicidio
Más allá de su implementación técnica, el Plan Nacional busca provocar un cambio cultural en la forma en que se aborda el suicidio en la sociedad. “La salud mental nos atraviesa a todos”, concluyó Ojeda.
Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta no solo a los individuos, sino también a sus familias y comunidades enteras. Cada año, más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos, lo que se traduce en una muerte cada 40 segundos.