Más de 3.000 delfines están en cautiverio en instalaciones turísticas, donde enfrentan condiciones que afectan su bienestar y salud. Esto ocurre a pesar de las prohibiciones sobre la cría en cautiverio. Expertos advierten sobre el impacto negativo de estas prácticas en la vida de los mamíferos marinos.
Delfines como seres sintientes
Los delfines son criaturas sintientes, capaces de experimentar emociones como amor, alegría y diversión, así como dolor, miedo y sufrimiento. En cautiverio, su esperanza de vida se acorta considerablemente. Estos animales se ven obligados a vivir en condiciones de confinamiento artificial, lejos de sus familias y su entorno natural. Por cada ejemplar que acaba en un delfinario, muchos otros pierden la vida.
A pesar de la creciente conciencia sobre el bienestar animal, la demanda de ver delfines en cautiverio no disminuye. Esto lleva a la captura continua de estos mamíferos. Cuando están en cautiverio, algunos pueden llegar a suicidarse debido a la depresión provocada por el confinamiento. En este contexto, se puede hacer una comparación con el confinamiento experimentado durante la pandemia de covid-19.
Estrés y comportamiento alterado
En cautiverio, los delfines no pueden comunicarse correctamente ni socializar. El estrés del confinamiento provoca alteraciones del comportamiento y una reducción significativa de la resistencia a enfermedades. Muchos delfines experimentan signos de angustia ante la cercanía humana. En ciertos delfinarios, se ha llegado al extremo de hacer creer a los visitantes que los gritos de sufrimiento son expresiones de alegría.

Condiciones de vida inadecuadas
Su entorno natural es el agua salada, lo que les causa afecciones en la piel y problemas respiratorios debido al cloro utilizado para beneficio de los espectadores. Para entrenarlos, se utilizan alimentos; solo reciben comida cuando realizan trucos correctamente. Las piruetas y saltos que realiza el delfín no son producto de felicidad, sino motivados por el hambre.
La verdad detrás de los delfinarios
Es crucial conocer lo que se oculta detrás de la fachada ‘mágica’ de un delfinario. Cada entrada pagada para presenciar estos espectáculos contribuye a esta forma de existencia inadecuada para los delfines. Lo que padecen en cautiverio no puede considerarse vida.
Además, es importante señalar que las estadísticas demuestran que muchos delfines sufren alteraciones del comportamiento debido al estrés del confinamiento. También enfrentan problemas graves relacionados con su salud física y mental por las condiciones artificiales impuestas por los humanos.