Por: Alisson Encinas y Wara Braulia Mamani Choquecahuana / periodistas LA PATRIA
“La mujer se la tiene que educar para que se comporte como mujer”, afirmó en septiembre de 2019 el pastor evangélico y precandidato presidencial Chi Hyun Chung, durante una entrevista en la red ATB. No era la única declaración polémica de aquella jornada.
En ese mismo discurso, el político insinuó que, si una mujer utiliza malas palabras hacia un hombre, este podría responder con agresividad, sugiriendo que el comportamiento femenino podría justificar actos de violencia de género.
Las reacciones no tardaron. La Defensoría del Pueblo de Bolivia tildó sus afirmaciones de “machistas y discriminatorias”, asegurando que promovían estereotipos peligrosos que refuerzan la desigualdad entre hombres y mujeres. Incluso se solicitó al Tribunal Supremo Electoral que sancionara a Chi por vulnerar normativas como la Ley Electoral y la Ley contra el Racismo y toda forma de Discriminación.
Cinco años más tarde, en plena campaña como precandidato presidencial, Chi Hyun Chung volvió a ser noticia. Esta vez, por unas declaraciones realizadas en el programa “Fama, Poder y Ganas”, donde se refirió a las madres solteras como “anormales”. Según explicó, la madre debe dedicarse exclusivamente a criar a sus hijos, mientras que el padre tiene la responsabilidad de trabajar y proveer. Cuando se le preguntó a qué se refería con “anormal”, respondió: “por ejemplo, madre que es papá y mamá a la vez”.
Además, expresó que considerar a la mujer superior al varón es “ilógico”, reconociendo la igualdad de género “ante la ley”, pero afirmando que existe un “orden social”.
Sus palabras generaron una nueva oleada de indignación. La Cámara de Mujeres Empresarias de Bolivia (Camebol) respondió con dureza, acusándolo de ejercer violencia simbólica, mediática y psicológica contra las mujeres. La senadora del Movimiento Al Socialismo, Virginia Velasco, también se pronunció: “Esta es una postura retrógrada que busca relegar a la mujer únicamente al rol reproductivo. Es una falta de respeto a miles de bolivianas”.


Ante la presión pública, Chi ofreció disculpas. Aseguró que sus declaraciones habían sido malinterpretadas y que no tuvo intención de ofender a las madres solteras. “Si tengo que pedir miles de disculpas, lo haré”, dijo, intentando calmar los ánimos.
Cifras que hablan por sí solas
Lejos de las declaraciones, la realidad de las madres en Bolivia muestra un panorama diverso y complejo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el país hay cerca de 2.390.000 madres, y el 57,9% de ellas trabaja, ya sea por necesidad, por desarrollo personal o incluso por pasión. El dato desmitifica el estereotipo de la madre exclusivamente dedicada al hogar.

Además, el 23% de estas mujeres son madres solteras. Algunas lo son por elección, otras por circunstancias. Pero en todos los casos, son mujeres que crían, educan, trabajan y sostienen a sus familias en condiciones muchas veces adversas.

De cada 100 madres en Bolivia, 19 tienen educación superior, 28 llegaron a la secundaria, y 31 completaron la primaria. Las cifras muestran una realidad de esfuerzo constante por superarse, muchas veces sin apoyo institucional o social.
Sin embargo, las declaraciones de Chi Hyun Chung reabren una vieja pregunta en la sociedad: ¿esta opinión es solo de una persona o reflejan un pensamiento estructuralmente arraigado en algunas interpretaciones de la fe cristiana?
¿Religión o interpretación? Análisis de la biblia
La Biblia fue, durante siglos, uno de los textos más influyentes en la construcción de valores y roles sociales, incluyendo los relacionados con el género.
Varios versículos del Antiguo y Nuevo Testamento fueron señalados por promover una visión patriarcal que limita el papel de la mujer, especialmente en contextos religiosos y familiares.
Uno de los ejemplos más citados es Génesis 3:16, donde tras la desobediencia en el Edén, Dios le dice a la mujer:
“Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará.”
Este versículo puede ser interpretado como el inicio del sometimiento femenino como parte de la consecuencia del pecado original.
En el Nuevo Testamento, 1 Corintios 14:34-35 establece:
“Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos.”
Un texto que fue utilizado históricamente para excluir a las mujeres de espacios de liderazgo o enseñanza dentro de la iglesia.
De forma similar, Efesios 5:22-24 presenta un modelo jerárquico en la relación conyugal:
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia.”
Sin embargo, uno de los pasajes más controversiales es Deuteronomio 22:13-21, donde se describe el castigo a una mujer que no demuestra ser virgen en el matrimonio, llegando incluso a contemplar la pena de muerte en caso de no poder probar su inocencia.
Estos versículos, leídos de forma literal, pueden reforzar una visión de la mujer como subordinada al hombre, sin muchas posibilidades de expresar sus ideas o liderar dentro de la comunidad. No obstante, la Biblia también ofrece una visión de profunda igualdad y respeto entre los géneros, sobre todo en el contexto del mensaje cristiano y del amor de Dios por todos sus hijos.
Uno de los pasajes más relevantes en este sentido es Gálatas 3:28:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
Este versículo elimina las distinciones humanas y sociales, proclamando la unidad de todos los creyentes, sin importar su género, raza o condición social.
De manera complementaria, en 1 Corintios 11:11-12 se lee:
“Sin embargo, ni el hombre es sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, en el Señor. Porque así como la mujer procede del hombre, así también el hombre nace de la mujer; pero todo procede de Dios.”
Este texto destaca la interdependencia entre el hombre y la mujer, y subraya que ambos tienen el mismo origen y propósito divino.
Además, 1 Pedro 3:7 exhorta a los esposos a tratar a sus esposas con sabiduría y honor:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Aquí se resalta que las mujeres son coherederas de la gracia, es decir, comparten por igual el acceso a las bendiciones de Dios.
La tensión entre estos dos tipos de pasajes plantea una pregunta relevante: ¿la Biblia realmente promueve la desigualdad de género, o fueron sus intérpretes quienes moldearon lecturas machistas?
Opiniones
El presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia, Henrry Nogales, enfatizó, en una entrevista con LA PATRIA, que el ideal bíblico sí plantea la familia de padre, madre e hijos, pero aclaró que: “Si una familia no está conformada como el ideal, sigue siendo familia y debe ser respetada”.
En ese marco, consideró que Chi Hyun Chung, con su mensaje, quería señalar ese pensamiento – que, lo “ideal” seria que cada familia está compuesta por padre, madre e hijos, a la guía de Dios –; sin embargo, terminó diciendo lo contrario.
“Cuando yo escuche esa entrevista, sentí que él (Chi Hyun Chung) quería decir algo, pero dijo lo contrario, o sea, dijo algo que no era muy coherente. Pero sí, creemos que hay matrimonios que tenemos que respetarlos, hay familias que no son lo ideal, pero son familias”, dijo.
Argumentó que el hecho de que una familia no esté conformada como el ideal bíblico, es más por las circunstanciadas sociales como las surgidas en los últimos años, cuando muchas familias se fracturaron porque, ya sea padre o madre, migró a países extranjeros por más oportunidades laborales y muchos cuando retornaron al país, volvieron con nuevas parejas, fallando a la fidelidad. “Porque no se cuidó ese vínculo especial que es la familia”, agregó.
Aclaró que la iglesia evangélica no promueve el autoritarismo en el hogar. Según explicó, la familia llama “maridos”, porque el responsable principal es el marido y ser cabeza del hogar implica responsabilidad, amor y entrega, no imposición. A la par, la biblia insta a la mujer a amar a sus propios maridos, a sus propios esposos, haciendo alusión a la fidelidad y no la sumisión.
Por su parte, la evangélica y pediatra Jenny Rivero, sostuvo que Dios no limita, sino inspira. Con más de tres décadas de fe activa y una carrera médica exitosa, Rivero aseguró que su espiritualidad fortaleció su vocación profesional, no la frenó. Señalo que la verdadera sujeción en el matrimonio es por amor, no por imposición.
Subrayó que muchas mujeres, especialmente madres solteras, enfrentan grandes sacrificios para criar a sus hijos, y que lejos de ser anormales, son valientes y dignas de admiración. En ese marco, rechazó las declaraciones de Chi Hyun Chung.
En la misma línea, la abogada cristiana Gladys Salazar Ríos advirtió que el problema radica en “interpretaciones humanas fuera de contexto”. Para ella, la Biblia asigna roles complementarios, pero jamás excluye. “La palabra de Dios fue dada a ambos, varón y mujer, para fructificar y sojuzgar la tierra juntos”, afirmó.
También expresó que las mujeres solas, viudas o madres solteras no son rechazadas por Dios, sino acompañadas en su propósito. Consideró que muchas enseñanzas erradas fueron transmitidas por interpretaciones humanas fuera de contexto y llamó a buscar el verdadero sentido espiritual de la Biblia.
La clave, como explicaron los entrevistados, está en la interpretación. Según los creyentes, la Biblia no discrimina a la mujer o esposa; pueden ser interpretaciones humanas las que, de alguna manera, tergiversar el mensaje del Evangelio.
Patriarcado en la religión: un legado que pesa
Para entender el machismo dentro del cristianismo, es necesario revisar su historia. Según una publicación de BITE, Tertuliano (155-240), uno de los primeros teólogos cristianos, en su obra Sobre el vestido de la mujer (De cultu feminarum), decía a las mujeres:

¿Y no saben que cada una de ustedes es una Eva? La sentencia de Dios sobre este sexo de ustedes persiste en esta era: la culpa debe necesariamente permanecer también. Ustedes son la puerta del diablo: ustedes son quienes desataron ese árbol (prohibido); ustedes son las primeras desertoras de la ley divina: ustedes son quienes persuadieron a aquel a quien el diablo no fue lo suficientemente valiente como para atacar. Destruyeron tan fácilmente la imagen de Dios, el hombre. A causa de su desierto —es decir, la muerte— hasta el Hijo de Dios tuvo que morir. ¿Y piensan en adornarse más allá de sus “túnicas de pieles” (Gn 3:21)?
Por otra parte, Agustín de Hipona (354-430), uno de los teólogos más influyentes de la historia, afirmaba que el único valor de la mujer era la procreación. En su Comentario literario sobre Génesis (De Genesi ad Litteram), escribió:
Si no fuera el caso de que la mujer fue creada para ser la ayuda del hombre específicamente para la producción de hijos, ¿por qué habría sido creada como una “ayuda” (Génesis 2:18)? ¿Acaso fue para que trabajara la tierra con él? No, porque en ese momento no existía tal labor para la cual él necesitara una ayudante, e incluso si tal trabajo hubiera sido requerido, un hombre habría sido un mejor asistente. También se puede suponer que la razón de su creación como ayudante tenía que ver con la compañía que ella podía proporcionarle al hombre, si acaso él se aburría con su soledad. Sin embargo, para compañía y conversación, ¡cuánto más agradable es que dos amigos varones vivan juntos que un hombre y una mujer! (…) No puedo pensar en ninguna otra razón para que la mujer haya sido hecha como la ayudante del hombre, si descartamos la razón de la procreación.

Y, Tomás de Aquino (1225-1274) sostenía que “el padre debería ser amado más que la madre”, pues “el padre es un principio (de nuestro originen natural) de una manera más excelente que la mujer”. Además, compartía el pensamiento aristotélico de que la mujer era un hombre “mal formado”. Estos pensamientos no eran marginales: fundaron las bases de la teología occidental.
Aunque reformadores como Lutero o Calvino reconocieron cierta dignidad en la mujer, nunca cuestionaron profundamente el orden patriarcal. Lutero incluso afirmó que las mujeres deben “balbucear”, pues no es digno que hablen bien. No es de extrañar que, siglos después, muchas iglesias sigan relegando a la mujer a un segundo plano, y heredando este pensamiento a nuevas generaciones que influyen dentro de la religión.
Esta postura se puede observar en el pensamiento del reciente influyente líder evangélico estadounidense, Pat Robertson (1930- 2023), quien, en una ocasión afirmó que:

“Sé que a las damas les duele oír esto, pero si se casan, han aceptado el liderazgo de un hombre, su esposo. Cristo es la cabeza del hogar, y el esposo es la cabeza de la esposa, y así es como son las cosas, punto.”
Incluso, actualmente algunos líderes religiosos, incluidas mujeres, en las redes sociales fomentan, de alguna manera, un “pensamiento machista”, señalando que es una visión tradicionalista y jerárquica del matrimonio.
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El machismo en la fe no es teología, es herencia cultural
Uno de los claros ejemplos de esta herencia es la experiencia de Miguel, un católico que asistió a cursos prematrimoniales como requisito para casarse por la Iglesia. En esas sesiones, impartidas por catequistas, recibió mensajes que le parecieron retrógrados y sexistas, como la idea de que si un hombre es infiel puede ser culpa de la mujer por no “cuidar” su apariencia física.
Miguel también recordó, en una entrevista con LA PATRIA, que se promovían roles tradicionales de género, como que el hombre no debía saber precios del mercado o que la esposa debía dejar la camisa del marido planchada cada día. Aunque reconoció que estas ideas no fueron impuestas por el sacerdote de la parroquia, sí identificó una fuerte influencia del pensamiento del catequista.
A su juicio, este tipo de discursos pueden influir negativamente en quienes no cuestionan o analizan el contenido recibido. Estas posturas contradicen el mensaje del Evangelio que señala que el amor en el matrimonio debe basarse en el respeto, la igualdad y el compromiso mutuo.
Estos pasajes evidencian que el machismo dentro del cristianismo no es un fenómeno moderno ni aislado, sino un legado teológico que fue heredado y reproducido a través de siglos.
Cabe aclarar, que no se quiere desmerecer los aportes sociales importantes que hicieron los líderes religiosos, citados anteriormente, a lo largo de sus vidas. Sin embargo, si bien sus afirmaciones tenían un fin diferente, la forma como se expresaron le da más valor, de alguna manera, al varón.
Aunque hay avances en la interpretación bíblica y en la lucha por la equidad de género dentro de algunas comunidades religiosas, aún persisten discursos arraigados que requieren una revisión crítica para desmontar estructuras de desigualdad.
Distanciamiento femenino de las iglesias
Sea lo que sea, un fenómeno cada vez más visible está desafiando las estructuras tradicionales de las comunidades religiosas: las mujeres jóvenes están dejando las iglesias en mayor número que los hombres.
Según un estudio reciente del Pew Research Center, el 49% de las mujeres entre 18 y 25 años en Estados Unidos ya no se identifican con ninguna religión. Este dato no implica necesariamente una pérdida de fe, sino más bien una desconexión con las instituciones religiosas tradicionales, particularmente con aquellas que continúan reproduciendo estructuras patriarcales.

En Bolivia, aunque el dato exacto es menor, el fenómeno se repite: muchas mujeres buscan nuevas formas de espiritualidad, más libres e inclusivas, o desarrollan una fe personal alejada de instituciones patriarcales.
Para muchas de estas jóvenes, la raíz del problema es el machismo en la iglesia. A pesar de los avances en otras áreas de la sociedad, muchas comunidades religiosas siguen excluyendo a las mujeres de roles de liderazgo, decisión y visibilidad, un claro ejemplo de eso es que, en la Iglesia Católica, las mujeres no pueden ser sacerdotes, y el diaconado femenino fue descartado por el mismo Papa Francisco, a pesar de reconocer que “la presencia del machismo sigue siendo fuerte” en la Iglesia. Además, Las religiosas tienen una formación limitada en comparación con los sacerdotes y rara vez ocupan cargos de poder.
En el protestantismo, la situación varía según la denominación. Algunas iglesias permiten pastoras, pero muchas otras mantienen la prohibición basándose en pasajes como 1 Timoteo 2:12.
Rostros del abuso y el silencio
El legado patriarcal en las iglesias también facilitó el abuso de poder. Entre 1970 y 2000, el sacerdote jesuita Alfonso Pedrajas (Padre Pica) abusó de al menos 85 menores en Bolivia. Su diario reveló encubrimientos por parte de la Compañía de Jesús. En 2025, dos exlíderes de la orden fueron imputados por encubrir estos crímenes.
En 2021, 43 mujeres, incluidas bolivianas, acusaron a la Opus Dei (organización católica fundada en 1928 para promover la santidad en la vida cotidiana) de explotación laboral, abuso de poder y trata de personas. Las víctimas, algunas menores de edad, fueron reclutadas con promesas de educación, pero enfrentaron largas jornadas laborales sin pago y manipulación psicológica. En 2024, la justicia argentina imputó a cuatro exlíderes del Opus Dei por estos hechos.

En 2024, el obispo emérito de Oruro, Toribio Porco Ticona, fue acusado de romper su voto de celibato al tener una relación sentimental e hijos, lo que generó debates sobre la transparencia en la Iglesia. Estos casos, lejos de ser aislados, reflejan cómo la concentración de poder masculino y la falta de transparencia siguen siendo problemas graves.
¿Un futuro diferente?
El cristianismo tiene una deuda pendiente: liberarse del patriarcado que lo distorsiona. Ante declaraciones de Chi Hyun Chung o el catequista al que acudió Miguel, es importante reinterpretar la Biblia desde su contexto original, y no desde lecturas opresoras.
A pesar de todo, hay esperanza. La creciente reflexión dentro del cristianismo sobre la igualdad de género abre caminos para una fe más justa. Creyentes como Jenny Rivero, Gladys Salazar y Henrry Nogales demuestran que el mensaje de Jesús no es de sumisión, sino de amor, respeto y liberación.
Romper los legados patriarcales no significa traicionar la fe: significa volver a su esencia. Una fe donde María Magdalena fue la primera testigo de la resurrección, donde Pablo reconoció a Priscila como maestra y Febe como diaconisa.