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Chicas… ¿Y si estudian ingeniería?

Por: Laura Ponce Torrejón – LA PATRIA

“Esa es cosa de hombres”, “solo vienes aquí para conseguir marido” o “te iría mejor estudiando otra cosa”, son solo algunas frases que siempre han escuchado las mujeres cuando expresan su deseo de estudiar ingeniaría, un rubro tradicionalmente dominado por hombres. 

No obstante, esta realidad no se limita a la ingeniería, pues todos los rubros directamente relacionados con las STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), es decir, ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, tienen un notorio protagonismo masculino.

STEM: SIGNIFICADO Y RELEVANCIA

Las bases de las STEM se le atribuyen al matemático sudafricano Seymour Papet, quien en los 80 construyó Lego-Logo, un juguete con programación incorporada. Una década después, el término fue acuñado por la National Science Foundation (NSF), pero con un orden distinto: SMET; en 2001 el término se definió como se conoce ahora.

Se trata de una corriente que cada vez gana más relevancia en recursos humanos, porque según entendidos, este probablemente sea el sector profesional más requerido en el futuro. Sim embargo, es evidente la ausencia de las mujeres en este campo.

Según un informe de ONU Mujeres publicado en 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) comprobó que en América Latina y el Caribe las mujeres representan solo el 35% del total que cursan estudios superiores en las STEM.

Según la “American Association of University Women”, son muchos los motivos que reducen la participación femenina en las STEM, siendo los estereotipos de género uno de los principales. En el campo específico de la ingeniería, contemplando toda su variedad, el imaginario colectivo sigue siendo hombres fuertes que trabajan en construcciones, científicos que realizan descubrimientos importantes en laboratorios, o genios que pueden lograr cualquier cosa con una computadora.    

Todas estas representaciones, que son las que generalmente son las más visibles, resulta en que las mujeres no se sientan motivadas a desarrollar sus capacidades científicas desde temprana edad, y que quienes lograron adentrarse en el campo, no se desarrollen plenamente en le ámbito profesional y experimenten desigualdades salariales.

No obstante, y como en cualquier aspecto, existen mujeres que rompen el molde, estudiaron en aulas llenas de barones, trabajan en construcciones, realizan investigaciones en el extranjero, y provienen de Oruro, tierra que siempre se ha caracterizado por el empuje de su gente.

UN POCO DE INSPIRACIÓN

La ingeniera Karen Mena trabajando en laboratorio /Universidad de Antofagasta

Mayra Morando, ingeniera civil; Silvia Rossell, también ingeniera civil y Karen Mena, ingeniera química, son mujeres que han experimentado distintas vivencias desde que decidieron estudiar ingeniería, pero cada una es ejemplo de cómo todos esos pasajes ayudan a que la mujer se desenvuelva plenamente en su campo.

Para las tres, el acompañamiento familiar fue vital para su estudio, ambos padres de Morando son ingenieros, Mena y Rossell son hijas de padre ingeniero; en ese entorno, recibieron mucho impulso para estudiar la carrera que deseaban; no obstante, a Silvia Rossell le tocó experimentar algo que muchas jóvenes viven cuando consideran adentrarse a la ingeniería. “Mi mamá no estaba de acuerdo, me decía: ‘cómo vas a estudiar una carrera de barones’, ‘ahí no te van a hacer valer’, ‘no vas a poder ejercer’”.

Al comenzar la universidad las tres también tuvieron que enfrentar retos, en las aulas de Civil, Rossell y Morando se toparon con un ambiente repleto de barones. “Cuando yo ingresé éramos realmente muy pocas, éramos cinco mujeres en un grupo de casi 200 personas, fue un golpe muy fuerte”, recordó Morando. Sin embargo, Mena vivió una experiencia diferente, ya que en ingeniería Química aproximadamente el 80% del alumnado son mujeres; no obstante, lejos de ser un buen indicador, este fenómeno también se basa en un estereotipo.

“Me parece que todavía existe la creencia de que hay ‘ingenierías para hombres’ e ‘ingenierías para mujeres’. Química, Industrial para mujeres; Minas, Geológica, Mecánica para barones”, compartió Mena.

Estos estereotipos no solo marcan a las mujeres al momento de escoger su carrera, también las persiguen a lo largo de toda su vida estudiantil. A más de una le tocó escuchar a algún docente decir: “Las chicas mejor aprendan a cocinar” o “amasen el cemento como amasan pan”; esto generaba que reciban el mismo desdén de sus compañeros barones.

“A veces los chicos no querían considerarnos y terminábamos siendo un grupo de puras mujeres. En casos donde obligaban a que sean grupos mixtos, nos decían que no íbamos a poder cargar el instrumento, que nos quemaríamos con el sol o directamente nos encargaban solo traer la merienda”, recordó Rossell.

Estas y otras dificultades son las que atravesaron estas y muchas otras mujeres en las aulas, sin embargo, tuvieron la capacidad de convertir el obstáculo en motivación, un factor clave para no desertar y seguir con su formación profesional.

La ingeniera Mayra Morando en trabajo de obra /Cortesía

ROLES DE LIDERAZGO

Completar los estudios es un logro, pero los retos continúan una vez que se ingresa al mundo laboral; las mujeres ingenieras enfrentan un desafío extra cuando desempeñan roles de liderazgo, pues muchas veces su capacidad es puesta en duda.

Morando explicó cómo esto es más evidente en las construcciones, pues como ingeniera civil siempre le tocó tener personas a su cargo, no obstante, más de una vez escuchó: “Cómo ella me va a mandar” o “¿Por qué me está dando esta instrucción? Sim embargo, aseguró que una fuerte base teórica fue vital para demostrar en la práctica que sus determinaciones eran las correctas, por eso motivó a, como ella, actualizarse constantemente con diplomados, maestría y distintos estudios de postgrado.

En el caso de Rossell, tras un basto recorrido en distintos proyectos llegó a encabezar la Dirección de Estudios y Proyectos de la Alcaldía de Oruro, donde tuvo que dirigir incluso a ingenieros que fueron docentes suyos en la universidad: “Cómo tan ‘changa’ y mujer todavía” fue una frase recurrente en un inicio, pero su progreso la llevó no solo a disipar cualquier duda, sino a ser directora del Régimen Profesional en la Sociedad de Ingenieros de Bolivia (SIB) entre 2019 y 2022, siendo la única mujer que ocupada un cargo de titular, tras una serie de directorios que les dieron a las mujeres “cargos de relleno”.

Pero a Mena, quien se tituló hace relativamente poco tiempo, le tocó ver una realidad un poco más inclusiva; en uno de sus primeros trabajos, que fue en una procesadora de minerales, su jefe la puso a cargo de un proyecto en el que tuvo que dirigir a barones con más experiencia y práctica: “Me tuvieron la confianza y me dieron todas las herramientas. Tenía que estar a cargo de personas mucho mayores que yo y entenderlas. Fue difícil, pero para mí todo estuvo en agarrar confianza, generar un vínculo de respeto y aprender de toda esa práctica que ellos tenían, la humildad es importante”, compartió.

La ingeniera Silvia Rossell en trabajo de campo /Cortesía

MADRES E INGENIERAS

Muchas veces las mujeres deben decidir entre ser mamás o ser profesionales, y la ingeniería no es la excepción, pero hay historias que demuestran que se pueden ser ambas; Morando logró un acuerdo para trabajar medio tiempo, logrando ejercer la profesión que la apasiona y acompañar el crecimiento de sus hijos; “Fue un cambio de enfoque porque tenía que lograr un equilibrio. Quería cumplir con mi trabajo y pasar tiempo de calidad con mis hijos. Hay que tomar decisiones que nos hagan sentir tranquilas, no obligadas”, declaró.

Por su parte, Rossell explicó que muchas veces el trabajo demanda viajar al campo o estar fuera mucho tiempo, lo que hacía que en un principio no pudiera compartir tanto tiempo con sus hijos, y ese es precisamente el factor que lleva a muchas mujeres a dejar su profesión. 

“Es complicado ser madre y profesional, pero no imposible. para mí fue muy importante el apoyo de la familia porque dejaba de mis hijos pequeños con mis papás y pude realizarme como profesional. Ahora, a mi edad, me siento como una mujer plena, más aún ahora que mis hijos se sienten orgullosos”, manifestó.

UNA VISTA AL EXTRANJERO

Es evidente que en Bolivia hace falta seguir avanzando para lograr una verdadera inclusión de las mujeres en la ingeniería. Mena, quien realizó estudios en Chile y actualmente cursa su maestría en Portugal, compartió prácticas que se ven en el extranjero y podrían replicarse en el país.

En Chile vio lo fuerte que son las políticas activas de inclusión, con programas que fomentan la participación femenina en las carreras de ingeniería y en el mundo laboral. También es común ver a mujeres como rectoras, directoras de carrera, investigadoras; además, hay muchas facilidades para las mujeres al momento de obtener becas, impulsándolas a que estudien ingeniería.

En Europa, de igual forma, vio de cerca la activa participación de las mujeres en investigación con resultados asombrosos, pero siempre fomentando el trabajo en equipo sin importar el género. Además, el sistema educativo está diseñado para terminar una carrera a una edad más temprana, dando oportunidad a las nuevas profesionales de cursar postgrados en menos tiempo.

“Estamos avanzando en Bolivia, pero lo hacemos lento, nos falta mucho por recorrer”, expresó Mena.

¿CÓMO ESTAMOS EN ORURO?

En Oruro está la Facultad Nacional de Ingeniaría (FNI), una de las más prestigiosas del país y donde estudiaron las tres ingenieras entrevistadas, pero, como compartieron en sus testimonios, las cifras demuestran la reducida presencia de mujeres en sus aulas.

De acuerdo con las Estadísticas Universitarias del 2021, 2022 y 2023 publicadas por la Universidad Técnica de Oruro (UTO), la FNI muestra los siguientes datos: en 2021 había 5242 estudiantes hombres y 2207 mujeres, un 29,63% de la población total; además, seis carreras registraron cero estudiantes mujeres nuevas. En 2022, había 4776 hombres y 2003 mujeres, (29,55%), de nuevo, en seis carreras no hubo estudiantes mujeres nuevas. Finalmente, en 2023, había 4630 hombres y 1925 mujeres (29,37%), durante esa gestión cinco carreras no registraron estudiantes mujeres nuevas.

Durante esos años la presencia femenina nunca pasó el 30%. Esta realidad también es evidente en los postulantes a la FNI. Durante los mismos tres años se revisó la cantidad de hombres y mujeres en cursos preuniversitarios, quiénes dieron examen directo y aquellos que accedieron a una admisión especial, destinada a estudiantes que lograron la excelencia en el colegio, o ganaron medallas de oro en olimpiadas de física, química o matemáticas.

En 2021, 1050 hombres postularon a la FNI y 380 mujeres (26,57%); además, ocho carreras tuvieron menos de diez mujeres en el preuniversitario, en diez carreras menos de diez mujeres accedieron a un examen directo y en siete carreras menos de diez mujeres fueron aceptadas por admisión especial.

En 2022 había 773 hombres y 246 mujeres (24,14%); diez carreras tuvieron menos de diez mujeres en el preuniversitario, nueve carreras registraron menos de diez mujeres que accedieron a un examen directo; no hubo admisión especial esa gestión.

Finalmente, en 2023, había 770 hombres y 294 mujeres (27,63%); cuatro carreras tenían una sola mujer en el preuniversitario, en nueve carreras menos de diez mujeres accedieron a un examen directo, y en seis carreras no se registró ninguna mujer aceptada por admisión especial.

De nuevo, la presencia femenina no llegó ni al 30%, lo lo que es un indicador que, mientras aún están en etapa escolar, las mujeres no reciben los estímulos necesarios para decidirse a estudiar ingeniaría. Pero ¿Estas cifras deberían desmotivar a las jóvenes? La respuesta es no.

Población estudiantil de la FNI durante los años 2021, 2022 y 2023 /LA PATRIA
Postulantes a la FNI durante los años 2021, 2022 y 2023 /LA PATRIA

PARA LAS FUTURAS INGENIERAS

“¿En dónde se ven en diez años? Si quieren verse con esas botas, esa ropa de trabajo, ese casco y creciendo en ese campo no hay que limitarse, hay que perseguir ese sueño. Ahora las mujeres también tenemos lugar para el trabajo, la sociedad ha evolucionado y las mujeres estamos mejorando este lugar para las futuras generaciones”, motivó la ingeniera Morando.

“La ingeniería es hermosa y multifacética, eso ayuda a las mujeres. Ármense de coraje y no tengan miedo, porque las mujeres estamos incursionando y lo estamos haciendo de manera responsable, con el plus de que a todo le ponemos el corazón, velando porque cada proyecto salga bien. Es difícil, pero no imposible para nosotras, si nos lo proponemos lo conseguimos”, declaró la ingeniera Rossell.    

“Si alguna vez tuvieron curiosidad en cómo funcionan las cosas, les interesa resolver problemas no solo matemáticos, sino de la vida cotidiana, o quieren cambiar el mundo, la ingeniería es un camino increíble. En el camino podrá haber obstáculos, pero no se desanimen, si esto es lo que las apasiona tienen que lanzarse al éxito”, concluyó la ingeniera Mena.    

(Esta publicación digital es únicamente para facilitar la lectura de la versión publicada en la edición impresa, gracias.)


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