La población guaraní de Bolivia se erige como la tercera comunidad más numerosa entre las 36 comunidades indígenas que integran el Estado Plurinacional de Bolivia. Con comunidades también presentes en Argentina, Brasil y Paraguay, los guaraníes se caracterizan por su resiliencia y su capacidad de adaptarse a las circunstancias que atraviesan a lo largo del tiempo. En este contexto, Monteagudo, un municipio del departamento de Chuquisaca, se ha convertido en un nuevo centro cultural y económico para esta comunidad indígena.
Monteagudo: Un Destino Cultural en el Chaco
Ubicado a aproximadamente 300 kilómetros de Sucre, la capital constitucional de Bolivia, Monteagudo está transitando un proceso de transformación impulsado por su alcalde, Adhemar Carvajal. Este ha propuesto establecer Monteagudo como la «Ciudad Industrial del Chaco Chuquisaqueño», fomentando la creación de políticas municipales que promueven el desarrollo industrial y emprendedor de la región. Los avances logrados en Monteagudo se han traducido en oportunidades para las comunidades guaraníes.
En Monteagudo, las comunidades guaraníes, organizadas en diversas capitanías, como la Capitanía Apiaguaiki Tumpa, están cultivando un camino hacia la sostenibilidad y la autosuficiencia. Esta capitanía agrupa a comunidades como Ñaurenda, Itapenti, Casapa, Cañadillas e Iboperenda, quienes históricamente han sabido valorar las bondades de los frutos silvestres de sus tierras, como el algarrobo, el mistol y el joco, entre otros.
La Organización Amandiya Monteagudo: Empoderamiento a Través de la Economía
Conscientes de su potencial, las comunidades guaraníes fundaron en 2021 la Organización Económica Comunitaria (Oecom) Amandiya Monteagudo. Este emprendimiento ha permitido a los miembros de la comunidad procesar los frutos silvestres y crear productos agroecológicos. Entre los productos destacados se encuentran los helados ecológicos de algarrobo, guayaba, sahuinto, mistol y joco. La iniciativa ha recibido apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que ha proporcionado capacitación técnica y ha ayudado en el establecimiento de la planta de procesamiento.
«La construcción de la Oecom es un sueño hecho realidad. Tanto era nuestro anhelo de trabajar y tener una pequeña empresa», expresa Federico Gutiérrez, el `mburuvicha guasu` de la capitanía. Esta organización no solo se enfoca en la producción, sino que también promueve un manejo sostenible del bosque chaqueño, respetando siempre la naturaleza.
«Con respeto a nuestros bosques, siempre dejamos semillas para que el ciclo continúe», apunta Gutiérrez, reconociendo también la sabiduría de los ancianos que guían a la comunidad en estas prácticas.
Educación y Sostenibilidad: Colaboración Académica
En este 2024, tras un esfuerzo conjunto, el Instituto Tecnológico Superior Monteagudo y las comunidades guaraníes de Monteagudo, Chuquisaca, han forjado una alianza que busca industrializar los productos locales, dotándolos de un valor agregado. Yolanda Paniagua, directora académica del instituto, resalta la importancia de esta colaboración: «Lo que buscamos es dar un valor agregado a estos frutos que cultiva el pueblo guaraní, y también a otros productos locales».
Esta sinergia ha permitido el desarrollo de nuevas recetas que incorporan los frutos silvestres, contribuyendo así a la diversificación de la economía de la región. Ejemplos de productos creados a partir de esta iniciativa incluyen un postre inspirado en puré de calabaza y batata, barras energéticas de mistol y algarrobo, y un yogurt saborizado con miel de abeja.
Huertos Familiares: Una Iniciativa de Autonomía
El fortalecimiento de la comunidad guaraní en Monteagudo también se ve reflejado en el empoderamiento de otras comunidades guaraníes, como Timboy Tiguasu, una comunidad que es parte de las cerca de 25 capitanías guaraníes en el Chaco boliviano, una región árida subtropical en el sudeste del país.
Ubicada en el municipio de Yacuiba, en la provincia del Gran Chaco del departamento de Tarija, es el hogar de unas 21 familias, entre 70 y 80 personas. La mayoría de sus habitantes se dedica a la agricultura y se identifican como guaraníes. Aunque el español es el idioma más hablado, la potenciación de esta comunidad se proyecta en el avance de iniciativas como la creación de huertos familiares.
Desde 2019, estos huertos han permitido a las familias cultivar una mayor variedad de productos, desde maíz y frijoles hasta hortalizas como lechuga y cebolla. Este proyecto no solo ha contribuido a la autonomía alimentaria, sino que también ha minimizado los costos y esfuerzos asociados con los viajes al mercado.
Con la escasez de agua y la irregularidad de las lluvias, el acompañamiento técnico ha sido clave para implementar técnicas de riego que protegen la tierra. «Cuidamos de la tierra porque de ella vivimos. Es nuestro deber protegerla», afirma un miembro de la comunidad, evidenciando la conexión intrínseca entre los guaraníes y su entorno.
Tradiciones que Trascienden: Artesanías de Palma
A pesar de los retos, las comunidades guaraníes se han adaptado y han vuelto a sus raíces. En Entre Ríos, en el departamento de Tarija, donde la agricultura y la pesca enfrentan severas dificultades debido a sequías, las mujeres guaraníes han revivido el arte de tejer artesanías con hoja de palma. Esta tradición, lejos de extinguirse, se reinventa, ofreciendo un soporte vital a estas mujeres y a sus familias.
Las jóvenes artesanas de esta comunidad también son parte del fortalecimiento de la población guaraní a través del tiempo y frente a las circunstancias actuales.
Conclusión
La historia y cultura de los guaraníes en Bolivia representan un testimonio de resiliencia y adaptabilidad. A través de la organización social, la educación, la sostenibilidad y la revitalización de tradiciones, las comunidades guaraníes se esfuerzan por construir un futuro más próspero, manteniendo al mismo tiempo un respeto profundo por su identidad y su entorno. En Monteagudo y más allá, los guaraníes demuestran que hay espacio para el crecimiento y la esperanza, perseverando en sus valores legados de generación en generación.