Por: Carlos Carrasco/Latinoamérica21
Abordar el futuro se trata de un ejercicio creativo; no es apto para los realistas/privilegiados que no pueden ver más allá de la urgencia del presente o de los paradigmas puramente racionales. Si, además, se trata de una urgencia del presente basado en crisis y sesgos de confirmación, donde las certezas son escasas, el ejercicio de proyectar nuestro futuro se vuelve más difícil.
Sin embargo, más cerca han estado Julio Verne, Isaac Asimov o Aldous Huxley de decodificar nuestro actual presente (idealista o distópico) que cualquier materialista histórico, político o burócrata realpolitik de los siglos XIX y XX. Si esto es así, más allá de nuestra actual emergencia global con toques de ansiedad, contradicciones y cuestionamientos al sentido común: ¿qué futuro podemos imaginar?
Me atrevo a dejar volar la imaginación y pensar en escenarios considerando los ámbitos político, social y económico.
- Es muy probable que se presente una guerra civil en algún país occidental por discrepancias en términos valóricos.
- Quizás exista una especie de legalización de la poligamia para crear un marco legal que proteja a las personas con relaciones poliamorosas, que les permita heredar y asegurar a sus seres queridos.
- Puede ser que el modelo de arriendo de viviendas vacacionales iniciado por Airbnb ahora sea la forma dominante en el alquiler de viviendas. Muy pocas personas pueden tener una casa propia. Como alternativa a esta imposibilidad, muchas personas prefieren comprar acciones en este tipo de aplicaciones y obtener utilidades por el uso del mismo.
- Ante la escasez de agua, el reciclaje de la misma se vuelve algo común. En muchos hogares hay aparatos especializados para reciclar todo tipo de agua, basado en la tecnología espacial.
- De forma paulatina, ante los cortes de energía, las casas empiezan a tener plantas eléctricas multifuentes que incluyen energía solar, eólica, gasolina, gas y materia orgánica.
- Al igual que en el pasado, las clases presenciales terminan siendo un lujo que no todas las familias se pueden permitir. La mayoría de las personas de clase baja o media baja opta por una educación completamente virtual con una variedad en la calidad en función de la capacidad económica.
- Luego de múltiples filtraciones, los datos de salud de las personas se vuelven públicos en muchos países occidentales y se vuelve un criterio implícito al momento de evaluar a personas en búsqueda de empleo.
- Las monedas nacionales dejan de existir, ya que, a causa de la minería especial, las reservas de oro se cuadruplican, pero solo se concentran en determinados países, donde sus monedas se imponen al resto.
- La soberanía de los países se ve debilitada y el poder no se concentra en los gobiernos nacionales. Los gobiernos subnacionales y locales obtienen más poder para administrar la política a nivel territorial y la recaudación fiscal es más directa. Mientras, las estructuras supranacionales mantienen la administración de la movilidad territorial y especial.
- Regresan las teocracias en regiones frustradas con la democracia y gozan de estabilidad.
- Latinoamérica se posiciona como la nueva región más atractiva del mundo por su poca densidad poblacional en relación con su territorio.
- Se invade la Antártida y hay una guerra por el territorio.
- El narcotráfico crea o conquista el primer país de manera oficial. Pero, en un giro inesperado, este país se mantiene, ya que los demás países lo utilizan para enviar dictadores y criminales incómodos. Esto se termina convirtiendo en una gran cárcel autogestionada.
- Un fallo en la inteligencia artificial produce un grave accidente y empiezan a restringir su uso. Se necesita un permiso especial del gobierno para usar ciertos programas.
En este breve ejercicio de prospectiva o de provocación, se pueden hacer valoraciones positivas o negativas. Puede que mis ideas asomen realismo, cinismo o lugares comunes, pero el centro de la conversación no es qué tipo de futuro podemos tener o no, sino cómo estamos discutiendo el futuro, cómo hacemos un esfuerzo para detenernos a pensar hacia dónde estamos caminando y con qué herramientas: ¿será avance o retroceso?
En septiembre de este año se celebrará en Nueva York la Cumbre del Futuro, un evento de Naciones Unidas que reúne a los líderes mundiales para forjar un nuevo consenso internacional a fin de mejorar el presente y salvaguardar el futuro. Esta cumbre tiene un doble objetivo: acelerar los esfuerzos para los compromisos internacionales y adoptar medidas concretas para hacer frente a los nuevos retos y aprovechar las nuevas oportunidades que se presentan. Para ello, se elaborará un documento final orientado a la acción que se denominará Un pacto para el futuro.
Este pacto promete ser un punto de inflexión para transformar la gobernanza global, primero proponiendo reformas a instancias tan importantes como el Consejo de Seguridad de la ONU, así como también fomentando medios pacíficos y sostenibles sobre el uso del espacio exterior, la inteligencia artificial y la postergada defensa de los derechos a los civiles en zonas de conflicto. Aun así, la experiencia nos dice que el futuro se construye desde otras instancias.
En ese sentido, más allá de la Cumbre del Futuro, resulta necesario que los Verne, los Asimov, las Mary Shelley o los Edward Bellamy de esta generación salgan a la luz. No soy de los que piensa que haya una orfandad intelectual o adormecimiento de ideas. Lo que sí existe es una mayor distracción a nuestros sentidos y una mayor concentración económica que nos impide ver nuestra humanidad bajo otras perspectivas.
El poder quiere un pensamiento uniforme, inclusive en las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial; basta ver las imágenes que he utilizado para este artículo, a través de la plataforma Gemini de Google. ¿Estas herramientas facilitan mi creatividad o la atrofian? ¿Por qué todas las imágenes se parecen? Mis ideas deben encuadrar en la estética de esta empresa, si quiero usarlas. Esto esconde peligros más allá de la noción de inmediatez.
Estoy convencido de que el futuro no solo lo definen los políticos. Nunca ha sido así en ninguna época, tampoco aquellos que concentran todo el poder económico o tecnológico; ayer se llamaban Rockefeller o Carnegie, hoy se pueden llamar Musk o Zuckerberg. Lo cierto es que el futuro empieza y se construye sobre la base de quienes padecen los problemas del presente, no de quienes viven cómodamente en sus privilegios.
Por esa razón y aprovechando que el futuro como concepto será un tema importante a nivel global en los próximos meses, quisiera invitar especialmente a las personas más jóvenes de la región a interpelar a sus gobiernos frente a esta Cumbre del Futuro, ya sea desde la generación de propuestas políticas para esta instancia, como está pasando en Perú, o generando instancias alternativas o contenido a nivel intelectual con el que se invite a imaginar más allá de los parámetros del actual statu quo.
Carlos Carrasco es periodista.