En el Norte Potosino, grupos de entre 20 y 30 personas son reclutadas por los llamados «coyotes» para ingresar a los parajes del Posokoni y robar carga mineralizada propiedad del Estado boliviano. Esta situación ha generado preocupación tanto en las autoridades como en los dirigentes de la estatal minera.
Al igual que en otros delitos como el narcotráfico y el tráfico de personas, en los cerros compartidos por Oruro y Potosí han surgido los «coyotes» de las minas. Estos delincuentes se aprovechan de la ambición de las personas y forman bandas dispuestas a enfrentarse a tiros y dinamitazos con militares, policías y guardias de seguridad con el fin de robar el mineral de la Empresa Minera Huanuni (EMH) proveniente del cerro Posokoni.
Los «jucus» y los «coyotes» del mineral
En la zona que divide Oruro y el Norte Potosí, se encuentran los «jucus» (ladrones de mineral) y los «coyotes» del mineral, también conocidos como reclutadores. Estos últimos forman bandas de 20 o 30 individuos unidos por la ambición, la necesidad y la falta de trabajo. Están dispuestos a adentrarse en los túneles clandestinos que han construido para robar estaño, un mineral que tiene un precio de más de 20 dólares el kilo en el mercado.
La experiencia de un ex «jucu»
En nuestro recorrido por la zona, nos encontramos con Mario J. F., un minero cooperativista de 56 años que dejó de trabajar debido a una enfermedad relacionada con la minería. Mario fue reclutado por un familiar y un «coyote» que trabajaba en Huanuni. Para formar parte del plan de robo, Mario tuvo que pagar entre 50 y 150 dólares al «coyote».
El «coyote» utilizó el dinero para cubrir la logística del robo y proporcionó a Mario y su grupo una contraseña que les permitiría pasar desapercibidos ante los controles y otros mineros. El grupo se dirigió en taxis hacia Huanuni y luego descendieron hasta el sector de Wairapata, donde un empleado de la empresa los esperaba. Después de entregar el dinero, recibieron la clave y fueron llevados a un túnel conectado directamente al cerro Posokoni. La presencia de sacos listos para ser llevados facilitó su tarea de robo.
El lucro obtenido por los «jucus»
En aquella ocasión, además de los dólares pagados al «coyote», el grupo invirtió otros 200 dólares en transporte y extracción del mineral. Al final, Mario recibió alrededor de 1.700 dólares, lo que representó un incremento de más de tres veces la cantidad que pagó para convertirse en un «jucu».