La mañana de este domingo, Bolivia despertó con una alarmante cifra de casi 4.000 focos de calor, según los registros de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosque y Tierra (ABT). La mitad de estos focos se concentraron en el departamento de Santa Cruz, lo que señala una situación crítica que demanda atención inmediata.
En total, se identificaron 1.944 focos de calor en Santa Cruz, seguido muy cerca por Beni con 1.666, La Paz con 183, Cochabamba con 98, Tarija con 13 y Pando con 12.
Dramática situación en San Ignacio de Velasco
San Ignacio de Velasco lideró las estadísticas trágicas en Santa Cruz, con un preocupante total de 500 focos de calor. Le siguieron Concepción con 459, Urubichá con 295, San Matías con 218 y San José con 118; donde la población enfrenta no solo el riesgo del fuego sino también la escasez de agua debido a la sequía. Otros municipios como San Miguel, San Rafael, El Puente, Ascensión de Guarayos y Santa Rosa del Sara; Yapacaní y otros veintiún más sumaron un total preocupante adicionalmente.
Focos intensos en San Ignacio Moxos
En Beni, San Ignacio Moxos encabezó la lista con 323 focos seguido muy cerca por Loreto con 270 y Baures con 226. San Javier (Cercado), San Borja, Magdalena, Santa Ana, Santa Rosa, San Andrés, Puerto Menor, Rurrenabaque y Reyes; y otros tres municipios aportaron treinta y nueve focos adicionales a la crisis.
Minería ilegal en La Paz
La Paz reportó 183 focos de calor, destacándose Ixiamas con 114, San Buenaventura con 46 y municipios como Apolo, Palos Blancos y La Asunta con cifras menores pero todos relacionados con actividades de minería ilegal.
Focos concentrados en Cochabamba
Cochabamba presentó noventa y ocho focos concentrados principalmente en el Trópico, donde Villa Tunari lideró con ochenta y nueve seguido por Chimoré con ocho y Capinota con uno. En Tarija los trece focos se distribuyeron entre Padcaya Yacuiba Caraparí. Finalmente Pando reportó doce focos en la comunidad Puerto Rico.
Desafío de contener los incendios
Ante este panorama desolador las autoridades y la sociedad en su conjunto enfrentan el desafío de contener y mitigar los impactos de esta ola de incendios. La colaboración interinstitucional se presenta como una necesidad imperante para evitar consecuencias devastadoras en el medio ambiente y la vida de los ciudadanos. La magnitud de la situación exige respuestas coordinadas y efectivas para proteger no solo la flora y fauna sino también la seguridad y bienestar de la población afectada.